El Guillatún

¿La guitarra clásica: instrumento de tribu o instrumento de «música clásica»?

Tañer - ilustración de Leonor Pérez

Ilustración por Leonor Pérez

Con bastante frecuencia los guitarristas clásicos analizamos la realidad de nuestro instrumento en relación a su lugar en la música clásica en general. Existen críticas, visiones positivas y visiones pesimistas, dicotomías, y con frecuencia, frases del tipo «no volveremos a la época de Bream, la edad de oro de la guitarra». Es cierto que figuras como Juliam Bream, Segovia, y John Williams, pusieron a la guitarra clásica en el mapa, grabando para importantes sellos, tocando con las mejores orquestas, realizando programas de conciertos nunca antes vistos, y en general, teniendo una relación con la prensa y la sociedad pocas veces vista. Sin embargo esos años se han ido y la guitarra clásica genera las siguientes preguntas: ¿Es un instrumento clásico como el violín, el piano? ¿O es un instrumento de tribu, donde las audiencias son guitarristas profesionales y aficionados? ¿Cuál tenemos que privilegiar?

El punto principal de este artículo es argumentar que la guitarra clásica es ambas cosas, y que justamente esta característica constituye su fortaleza, peculiaridad, y elemento distintivo que puede ayudar a desarrollar interés no sólo en la guitarra clásica sino que en la música clásica en general, contribuyendo de manera substancial a la expansión del género.

En primer lugar miremos su relación con los instrumentos clásicos en general. Esta relación presenta características positivas, pero también algunas negativas para nuestros propósitos. Por un lado, sin lugar a dudas que las orquestas más renombradas del mundo no incluyen muchos conciertos con guitarra solista en sus temporadas, y que los más grandes guitarristas de nuestra época tienden a tocar con orquestas más pequeñas en lo que a fama y prestigio se refiere. Por otro lado, y particularmente en nuestro país, la guitarra es vista por algunos compositores como un instrumento demasiado español y a veces limitado. Finalmente, algunos profesores de otros instrumentos de «la vieja escuela» ven a la guitarra como un instrumento no «digno» para último año de música de cámara para un violín o un violoncello. Sin embargo esto cambia en otras latitudes por razones que daré a continuación.

Una forma de solucionar los obstáculos anteriores es insertando a la guitarra con fuerza en el mundo de la música de cámara y en el encargo de nuevas composiciones, ya que de esta manera, se establecerían conexiones y se daría a conocer el instrumento en otros círculos. En Estados Unidos por ejemplo, cada vez se ve con más frecuencia que agrupaciones estables de cámara que incluyen guitarra participan en temporadas de cuartetos de cuerdas, tríos, etc. Ejemplos como Cavatina Duo, Texas Guitar Quartet u otros, confirman esta realidad. Lo importante es que de esta manera acceden a audiencias que no están familiarizadas directamente con la guitarra y al mismo tiempo rompen esta visión conservadora de la guitarra como un instrumento distinto a los tradicionales. El gran nivel de ejecución que ha alcanzado la guitarra en los últimos años alrededor del mundo contribuye a esta realidad. Nunca antes ésta se había tocado con tanta perfección, limpieza, técnica y musicalidad. Y esto es una fortaleza que debemos aprovechar. ¿Cuál es la condición para que la guitarra se abra camino en otros públicos en estas temporadas? La participación de conjuntos estables, y no sólo de agrupaciones que se reúnen sólo para el concierto, ya que esto impide un nivel de excelencia y repercute negativamente en nuevas puertas para el instrumento. Por lo tanto, si la guitarra ha de abrirse paso en temporadas de música de cámara, es necesario que las agrupaciones estén respaldadas por credenciales de calidad como conjunto, y no sólo como individuos.

La colaboración con compositores también se convierte en una ventana por la que la guitarra puede ampliar su nivel de audiencias y su influencia a nivel general. Parte de la influencia de Bream durante su época radicó en su constante colaboración con destacados compositores, ya que esto también implica colaboración con personas, músicos e instituciones diversas. En otras palabras, si queremos expandir las fronteras, debemos intentar gestionar la inclusión de obras nuevas para guitarra en festivales, y el encargo personal de ellas. Esto se puede dar en concursos, temporadas de concierto, o enseñanza universitaria. Lo importante aquí es que exista diálogo y relación, y no que el compositor simplemente deposite su obra en el buzón del guitarrista sin pedir consejo, asesoría, u opinión. De lo contrario, su obra estará destinada al olvido, creando un mal precedente.

Finalmente, la guitarra encontrará su lugar de importancia en las instituciones musicales, si ambos ejemplos anteriores se desarrollan con fuerza en ellas. En otras palabras, se debe potenciar el trabajo de música de cámara con otros instrumentos, y a la vez la colaboración con compositores en la universidad y lo que comúnmente conocemos como conservatorio. Y esta gestión, no debe ser guiada solamente por los estudiantes, sino que también, y más aún, por los profesores. Deben convencer a sus colegas de la importancia de la música en conjunto y de la composición, utilizando el gran nivel de ejecución que ha tenido la guitarra, especialmente durante los últimos años en nuestro país. Es cierto que esto implica conversaciones, convencimiento, y en ocasiones disgustos, pero es necesario con el fin de que las cátedras de guitarra sean parte de la institución y no una especie de sector aparte en ellas.

Por otro lado, también es cierto que la guitarra clásica cuenta con una audiencia que sólo va a conciertos de guitarra, y que en general no son sólo guitarristas clásicos sino que también es gente interesada en jazz, rock, y otros estilos. Y esto es posible de ver en la literatura guitarrística, ya que quizás la guitarra es uno de los instrumentos más eclécticos a nivel de repertorio nutriéndose constantemente de distintas tradiciones (académica, música folclórica, jazz, música popular, etc), lo que hace que su público sea diverso. De esta manera, no sólo es necesario seguir cultivando los conocidos festivales de guitarra, sino que se deben potenciar en otras perspectivas también, y eso pasa sobre todo por la investigación y ver a la guitarra como un todo, con sus diferencias de estilo, pero con un tronco común. Esto no quiere decir que sólo haya que tener festivales de guitarra sin apellido, renunciando al género de guitarra clásica. No, simplemente ver esto como una posibilidad más que permita diversidad y la posibilidad de acceder a distintas audiencias. En otras palabras, debemos innovar, manteniendo tradición, pero a la vez construyendo puentes con otros mundos relacionados.

La colaboración descrita anteriormente se basa en la idea que la competencia de la guitarra clásica no es el piano, la música sinfónica, la guitarra jazz o el rock. Cualquier tipo de experiencia musical es un elemento positivo que de alguna manera puede contribuir al desarrollo de nuestro instrumento. El punto es que ese interés debemos saber canalizarlo y cultivarlo, poniendo nuestro esfuerzo en establecer relaciones con audiencias y músicos fuera de nuestro círculo más cercano. Si el nivel de la guitarra clásica es hoy uno de los más altos de la historia es hora de que expandamos sus fronteras manteniendo los tradicionales conciertos y festivales de guitarra clásica, y potenciando el rol de la guitarra en temporadas de música de cámara, nuevas composiciones, y en su relación con otros estilos. Las audiencias de guitarra clásica aún tienen mucho espacio para crecer en gente que ya gusta de la música clásica y en gente que aún no ha tenido ninguna experiencia con ella. Sólo necesitan de nuestra innovación, colaboración, y calidad para poder así conectar de la mejor manera posible con el público, desarrollando y construyendo experiencias musicales duraderas y significativas.El Guillatún

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