El Guillatún

La mejor versión de ti

Lady Bird

Saoirse Ronan en «Lady Bird» (2017).

«El tipo de escritura que me gusta es la que no suena como escritura, pero definitivamente es escritura», señala con vehemencia y desparpajo Greta Gerwig en una de las tantas entrevistas que últimamente ha dado en el contexto de la promoción de su última producción Lady Bird (2017). Lo anterior resulta llamativo, dado que escribir siempre es una tarea laboriosa y dura, sin embargo, Gerwig —Frances Ha (2012)— insiste en la riqueza de un guion que pasa de alguna manera inadvertido, y es sutil al presentar un relato tan íntimo como universal en pantalla.

Christine McPherson (Saoirse Ronan) se hace llamar «Lady Bird», tiene 17 años el año 2002 y está a punto de terminar su educación escolar en un riguroso colegio católico de mujeres en Sacramento, California. Su madre Marion (Laurie Metcalf) la acompaña en esta travesía como una figura fuerte, manipuladora, adorable y agresiva al mismo tiempo.

La protagonista sabe lo que quiere: quiere ir a la costa este de Estados Unidos, vivir en Nueva York «o al menos en Nuevo Hampshire donde los escritores viven en el bosque», nada menos que en el lugar donde la cultura está. Al ser cuestionada por las figuras de autoridad que la rodean, Lady Bird toma las armas por medio de una serie de recursos magistrales que van desde botar a la basura los libros que registran sus mediocres notas en matemáticas, hasta audicionar en cuanta producción escolar encuentre a su camino.

Sus inclinaciones artísticas están revestidas de tanto talento como rebeldía, y sus amistades y andanzas amorosas transitan en este mismo devenir. Danny (Lucas Hedges) y Kyle (Timothée Chalamet) son sus intereses románticos que registra en la muralla de su habitación, y Julie (Beanie Feldstein) es su mejor amiga, quien la sigue y acompaña en este periplo.

Por cierto que una de las líneas más interesantes de Lady Bird es la relación entre madre e hija. Si bien la riqueza del film ofrece otras lecturas, resulta ser un excelente retrato de muchas de estas dinámicas cargadas de cuestionamientos que dan paso a pequeñas manipulaciones y espacios de descontrol manejados magistralmente por la escritura de Gerwig. Tal dinámica ofrece momentos únicos, escenas tan sencillas como la elección de un vestido evidencian la complejidad que se oculta en estas relaciones: la mutua necesidad de aceptación, y el miedo a no ser amada son los elementos centrales. Sin perjuicio de lo anterior, la honestidad de Marion es estremecedora: «Quiero que seas la mejor versión de ti que puedas ser», a lo que Lady Bird responde con temor y con cierta incredulidad, como si la respuesta le atemorizara: ¿y qué pasa si ésta es la mejor versión?

Este dialogo es esencial en la película, y aborda otro de los temas en los que la trama se introduce: la aceptación y necesidad de ser querida. Por su parte, Christine es profundamente cuestionada a lo largo de los 94 minutos de duración del film, y de alguna manera dichas inseguridades toman forma de rebeldía y determinación, que finalmente, terminan por sepultar aquellos deseos de aceptación, dando pie a una joven más segura de su lugar en el mundo y más dispuesta a explorarlo.

Lady Bird no es sino la historia de la búsqueda de aquello que se denomina hogar, y de la reconciliación personal con este concepto tan esquivo. Aseverar que el film se trata de la historia de una madre y una hija, o bien, de la mera búsqueda de identidad de una joven, es simplificar su aspiración. La cinta presenta algo que se intuye a partir del tagline que introduce la promoción de la película: fly away home. Bien podría tratarse de una especie de emancipación, pero más que eso, se trata de la reconciliación con el pasado, con las raíces y con los resentimientos y dolores propios de crecer.

Desde el punto de vista técnico, la pluma de Gerwig es asombrosa. Con bastante certeza identifica su estilo como una escritura que «no suena como escritura, pero lo es», desde un ángulo técnico es impecable, teatral, íntimo e inteligente. La experiencia y tono de su creadora se hace presente de principio a fin en un guion maduro, sensato y para nada artificioso.

En cuanto a la imagen, el tratamiento de las luces, colores y locaciones de la película es extremadamente cuidado, sin perder la naturalidad que acompaña a esta cinta. Cada uno de los paisajes y rincones de Sacramento retratados están escogidos en función de la historia. Las casas, escuela, almacenes, puentes y avenidas son extremadamente únicos pero a la vez, universales. De seguro el espectador podrá identificar parte de su propia historia en esas calles, en esos objetos cotidianos y deslucidos que adquieren una importancia fundamental para identificarse con lo que Lady Bird presenta.

Por otro lado, el casting de Lady Bird es bastante potente. Quizá intencionadamente, la tríada de Ronan, Hedges y Chalamet hace eco de lo que la película representa: juventud y talento. Saoirse Ronan se complementa a la perfección con la dirección, dado que la visión de su creadora está presente en cada detalle de su registro, dando cuenta de un intenso trabajo de caracterización.

En términos de estilo, probablemente es el cine mumblecore el principal referente, sin embargo, la factura de la directora en esta obra es extremadamente personal. Inevitablemente surgen temáticas similares entre Lady Bird y Frances Ha (2012): ambas protagonizadas por mujeres jóvenes buscando una chance en Nueva York, provenientes de California. Sin embargo, también es posible encontrar cercanía con la propuesta de Zach Braff en Garden State (2004), y de Mike Mills en Beginners (2010) y en 20th Century Women (2016), esta última coprotagonizada por la mismísima Gerwig.

Finalmente, Lady Bird es una entrega única. Con una voz clara y un futuro promisorio, Greta Gerwig da cuenta de todo su talento y años de oficio cinematográfico con convicción y brillo. Nominada a 5 premios de la Academia en la próxima entrega de los premios Oscars, incluyendo mejor película y mejor directora, es una película recomendada para todo público. Mal que mal, aquellos demonios de la aceptación, la búsqueda del hogar y la rebeldía adolescente son sin duda parte de la mejor versión de nosotros que podamos ser.El Guillatún

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