El Guillatún

Una agradable sorpresa

Sebastián Vinet y Romina Contreras en el ballet «Manon»

Sebastián Vinet y Romina Contreras en el ballet «Manon». Foto: Patricio Melo

El día viernes 20 de noviembre tuvo su estreno en el Teatro Municipal de Santiago el ballet Manon, del coreógrafo Kenneth MacMillan, obra basada en la novela L’Histoire du chevalier Des Grieux et de Manon Lescaut, del escritor francés Abbé Prévost.

Cuenta la historia de Manon, una muchacha que al ir rumbo al convento se encontraría de forma inesperada con Des Grieux, joven que queda prendado de ella con solo mirarla. Este flechazo es mutuo, y es por esto que deciden escapar juntos y vivir su romance en Paris. Lamentablemente la aventura termina antes de lo esperado, cuando su hermano la encuentra y decide entregarla a cambio de riquezas al señor MG. Manon no queda indiferente ante esta situación, y atraída por la vida de lujo que él puede ofrecerle, acepta ser la dama de este magnate. Pero Des Grieux no se quedaría tranquilo viendo como su enamorada se va en los brazos de otro hombre, así que decide seguirla y hacer todo lo que sea necesario para recuperarla. Es entonces cuando se involucra en apuestas con el señor MG para poder ganar dinero y llevarse a Manon con él y darle la vida que ella se merece. Des Grieux tiene una suerte increíble en el juego y esto hace que el señor MG desconfíe de la buena racha de su competidor, ahí se da cuenta que lo ha engañado al haber manipulado las cartas, y debido al altercado que se produce, Des Grieux y Manon huyen nuevamente. Los enamorados ven truncado su futuro juntos rápidamente puesto que Manon es acusada de prostitución y deportada a América. A pesar de todas las dificultades por las que han pasado, Des Grieux no se da por vencido y sigue a Manon hasta América en donde se encarga de protegerla, llegando a matar incluso a quien se quiere aprovechar de ella. La pobre muchacha, presa de sus recuerdos, se ve atormentada por las imágenes de su pasado que van desfilando por sus ojos, y cuando ya no puede más, muere en los brazos de quien la quiso desde la primera mirada.

Luis Ortigoza sin duda llena el escenario solo con su presencia, y eso se nota desde el primer acto. Lo vimos deslumbrando al público con su impecable ejecución, carisma y entrega en el papel de Des Grieux. El bailarín también transmite al espectador de forma muy nítida la historia que se está desarrollando y los sentimientos que está experimentando en el transcurso de ésta.

Quien sin duda fue una agradable sorpresa fue la bailarina Katherine Rodríguez, interpretando a Manon. Su presentación fue delicada y elegante, supo personificar a la protagonista de la historia de tal manera que se hizo patente la dicotomía entre el amor hacia Des Grieux y la necesidad por el bienestar material que el Sr. MG le ofrecía. Katherine tiene una prometedora carrera por delante, ya lo demostró en el estreno de esta obra a sus cortos veinte años.

Cosas que llaman la atención en este ballet son sin duda lo bien lograda que está la puesta en escena: muy delicada y elegante logra situar al espectador en las locaciones donde fue desarrollada la historia. Es así como en el primer acto nos encontramos con una ciudad amurallada, adornada con árboles frondosos que hace más ameno el escenario, acompañado con una iluminación en colores cobre y tierra, lo cual entrega calidez a la imagen. Durante el transcurso del acto los colores cambian a medida que van apareciendo los protagonistas. Cuando Manon entra a escena, lo hace un vestido celeste que la hace destacar entre el resto de los cuidadanos que se encontraban ahí. El mismo color de su vestido ilumina todo el escenario cuando los protagonistas se conocen y se enamoran en el transcurso del primer pax de deux. El transcurso de la obra se da muy sobriamente, con escenografía elegante y cuidando cada detalle, siempre en armonía con la historia y la coreografía. Las escenas que se desarrollan en la habitación con sólo una cama matrimonial y un pequeño escritorio dan cuenta del buen manejo de espacios y adecuada iluminación. Creo necesario resaltar la escena tres, del acto tercero en donde el juego de luces y sombras simulando la niebla del pantano crean la atmósfera ideal para poder dar un final estremecedor a esta obra.

Un ballet de una calidad altísima que sin duda será difícil de olvidar, no sólo por la buena presentación de los solistas y compañía del Ballet de Santiago, sino también por el impecable desempeño de la Orquesta Filarmónica dirigida por José Luis Domínguez.El Guillatún

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