El Guillatún

Catalina Correa presenta su instalación «Derrotero» en Punta Arenas

Del 28 de noviembre al 29 de diciembre, se expone la instalación Derrotero de Catalina Correa en el Museo Regional de Magallanes.

La joven artista Catalina Correa trabaja con el paisaje, inspirándose del vestigio y del archivo. En el marco de la convocatoria del Centro de Indagación Territorial «Conflicta», ha participado en una residencia, en octubre y noviembre, durante la cual exploró los paisajes del Estrecho de Magallanes.

En este Primer Encuentro de Indagación Territorial, han participado mujeres de distintas disciplinas, como la música Camila Guajardo y la bióloga Natalia Carrasco. El 29 de noviembre, se sumaron las performances de artistas invitados de Chile y el extranjero: Gwendoline Robin de Bélgica, Snezana Golubovic de Serbia, Luis Almendra de Concepción y Jason Lim de Singapur, entre otros.

Derrotero comenzó durante mayo en Valparaíso. Allí, la artista se sumergió en el estudio de antiguas cartografías del estrecho, encontradas en el Servicio Hidrográfico de la Armada (SHOA). La riqueza gráfica de los dibujos y la evolución de los mapas llamaron su atención. Ya en Punta Arenas, visitó el Departamento de Climatología del Instituto de la Patagonia, deteniéndose en los sistemas de medición de los factores del clima, concentrándose nuevamente en la gráfica y la materialidad, en la estética de estos estudios sobre el agua, el viento y la nieve. Sumó recorridos por estancias y paseos por la ciudad, lo que incluyó Puerto Natales. Queriendo aproximarse al pasado ancestral, a la vida rural y urbana, se fascinó especialmente con ciertos encuentros azarosos en quioscos y almacenes de revistas, en conversaciones con los dueños de estos locales, recolectando imágenes, textos y mapas.

Todo este repertorio gráfico, vinculado a la ciencia, la naturaleza, la ciudad y la memoria, le dio las claves para la serie de cuadros que ahora exhibe más bien como esbozos. Aquí, lo que menos encontramos es ese paisaje entendido como la panorámica que enfoca una pintura o una postal, sino más bien una suerte de arqueología, los indicios de un paisaje cultural que no termina de construirse. Catalina aclara su concepto de «paisaje» como «lo que se percibe y observa desde un marco territorial», siendo esto último «una situación más tangible».

En la serie de láminas, encontramos entonces ciertos elementos propios del lugar, una mirada de paisaje o el paisaje como mirada. Mientras que la instalación con alzaprimas hablaría de un territorio. Para concebirla, la artista se enfocó más ampliamente en el contexto, involucrando tanto su experiencia de historia, paisaje y comunidad, como la situación del edificio, una de las instituciones culturales más relevantes en la región y antigua casona de la familia Braun-Menéndez, importantes comerciantes ruso-españoles de principios del siglo XX, reconocidos dentro de los principales perseguidores y cazadores de indígenas en la región.

En la situación de fuerza y sostén que ejercen estas estructuras aparentemente frágiles, dice la artista, se puede percibir cierto rasgo de la identidad local: el carácter de resistencia de los habitantes de una zona marcada por el rigor del clima y la geografía, por la lejanía extrema respecto al resto del mundo, y el aislamiento vivido luego de que el estrecho dejara de ser el principal paso hacia uno y otro lado de los océanos. Las alzaprimas, como primeramente se podría leer, no se refieren tanto a la precariedad, sino al ilusionismo: blancas, bajo luces de neón, lucen fantasmales o como las columnas descubiertas de una ciudad inventada. Allí, está también simbolizada la paradoja de cómo se concibió un territorio desde el exterminio de sus habitantes originarios, la fragilidad de un sistema que es producto de una imposición.

De algún modo, Catalina Correa habla también de la Patagonia como un territorio «ficcionado»: «El territorio magallánico es, junto con Argentina, el gran referente de Aysén. Conocerlo, me ha permitido entender ciertos contrastes. Punta Arenas es también una isla, pero que no parece volcada a lo gaucho y lo rural sino al desarrollo urbano y a la cultura europea. No tiene mucho sentido llamar «Patagonia» a un territorio tan heterogéneo, natural e histórico. El término habla más bien de una frontera política, desligada de su origen relativo a los patagones, que eran los Tehuelches, habitantes de la pampa de Aysén, Magallanes y el sur de Argentina».

Catalina Correa (1984) es Licenciada en Arte y Diplomada en Administración Cultural de la Universidad Católica de Santiago. Desde 2009 vive y trabaja en Coyhaique, desarrollando obras y procesos de arte contemporáneo desde y hacia lo local, relevando a la Patagonia como plataforma de creación territorial. Entre otros proyectos, destacan: Álbum Fotográfico (2011), investigación colectiva y exposición en el espacio público sobre el patrimonio fotográfico de Aysén, Lugares Nomádicos (2012-2013), exposición individual producto de la investigación de campo sobre nomadismo y paisaje arqueológico, Islaysen (2013), creación y producción de proyecto de residencias artísticas en el Aysén rural, y Observatorio (2013-2014), investigación sobre el territorio desarrollado en la estepa Patagónica.

Podrán ir a ver las obras del Primer Encuentro de Indagación Territorial del 28 de noviembre al 29 de diciembre en el Museo Regional de Magallanes (Magallanes 949, Punta Arena).

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