El Guillatún

Filsa pa’l que lee y pa’l que no lee

Filsa 2013

Filsa 2013. Foto: Yuriko Takahashi

En la 33ª versión de la Feria Internacional del Libro de Santiago (Filsa), el invitado de honor es el lector. Filsa pa’l que lee, con guiño a las letras que se escriben en las murallas de la ciudad, es la frase que invita a participar de los 17 días que combinan lanzamientos de libros, reediciones, foros, conversatorios, música, cine y fotografía.

Una de las novedades que tiene la feria en la Estación Mapocho es la redistribución del espacio clásico en que se desarrolla este evento anualmente. En esta ocasión se decidió ampliar los pasillos, cuestión que se agradece considerando la cantidad de público que asiste (este año se esperan 300 mil personas) y el volumen de las bolsas donde aguardan los textos recién comprados.

Otro punto positivo en relación a la nueva asignación espacial, es la creación del Salón Infantil y Juvenil. Éste se ubica al costado derecho del monumento nacional y además de tener las secciones editoriales para los menores de edad, ofrece un sector de juego para los niños y un —rico, pero pobre— local de helados.

Este año se creó una nueva sala que no es sala, sino que es un domo. Está en la explanada frente al ingreso, tiene un pequeño escenario circular, rodeado de dos galerías metálicas y una decena de mesas con sus respectivas sillas. Ahí se presentan principalmente comediantes.

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La exposición fotográfica de Alejandro Olivares, The Clinic people, es la encargada de mostrar las caras y los disfraces de aquellas personas que llamamos compatriotas. Son fotos publicadas en el semanario The Clinic, donde posan desde políticos hasta jóvenes delincuentes, pasando por sujetos como «el divino anticristo» que ya forma parte del imaginario kitsch de la ciudad de Santiago.

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La poca innovación en el diseño de los stands ya es una constante. Si se decide buscar diferencias se puede decir que hay locales grandes y monótonos y locales pequeños y monótonos. Editorial Alfaguara es la única que innova y se agradece, ya que después de visitar tantos cuadrados semejantes, la frescura del rectángulo con un semicírculo en base de madera y sellado en una tela semitransparente llama la atención del visitante.

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Para pasear y pasarlo bien no es necesario estar al aire libre. Filsa es un buen ejemplo de que esta noble actividad se puede hacer bajo techo. Chile es un país pequeño y al transitar entre los libros esto se corrobora. Basta finalizar un recorrido completo al lugar para recordar que en el camino uno se cruzó con aquellos personajes que aparecen en la televisión, se escuchan en la radio y se leen en los diarios y revistas.

A modo de ejemplo cito mis recorridos del fin de semana:

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El domo en la calle, los discursos sobre las políticas públicas, los humoristas, las fotos de chilenos disfrazados de chilenos. La «operación umbrella» de Nicanor Parra en el centro del lugar con un O’Higgins de paraguas en la mano y arriba del caballo. El fútbol, las camisetas, los gritos de estadio. Filsa pa’l que lee y pa’l que no lee también. La feria es más que llegar a comprar libros. La literatura nunca se ha tratado de textos dispuestos en estantes. La literatura es la vida misma, ruidosa y con la suciedad del lenguaje contemporáneo. La literatura no son sólo señoras que copan los pasillos mientras caminan atareadas con tanta bolsa y novelas. La literatura es fútbol, fotos, gritos, sangre, política y calle. La feria no sólo recibe con honores a los lectores, sino que los sale a buscar a la calle, porque sin lectores no hay literatura.El Guillatún

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