El Guillatún

«El arte es humanidad y nuestro mayor logro creativo como seres humanos sensibles e intelectuales»

Matthew Hinsley

Matthew Hinsley.

Matthew Hinsley es guitarrista clásico y director ejecutivo de la Austin Classical Guitar Society. Luego de obtener una maestría y un doctorado en música en The University of Texas at Austin bajo la guía de Adam Holzman, ha sido capaz de consolidar a esta organización sin fines de lucro como una de las más innovadoras en su rubro, y la más grande de Estados Unidos. Además de tener diversas temporadas de conciertos ligadas a la guitarra clásica, esta organización desarrolla una serie de programas educacionales y actividades que involucran a la comunidad de distintas maneras. Actualmente, además de dirigir la organización, Matthew Hinsley es un destacado profesor e intérprete, además de dar constantemente charlas sobre emprendimiento cultural. En una columna reciente, describí los logros de esta organización y sus posibles implicancias para la realidad en Chile. Ahora, los invito a leer una profunda conversación que tuvimos hace dos meses.

—¿Cuándo entendiste que el servicio artístico a la comunidad era la principal meta como organización sin fines de lucro ligada a las artes?
—Primero que nada, debo decir que es un gran esfuerzo presentar música en cualquier formato. Si tú creas un festival dedicado sólo a estudiantes, a escala pequeña, está bien y es maravilloso, siendo una parte fundamental del proceso. Sin embargo, si quieres desarrollar algo más grande como mucha gente creo que lo desea, si quieres servir a más gente, o si quieres crear un ambiente donde inyectar más dinero y recursos dentro de la comunidad artística, entonces debes encontrar una forma de abarcar audiencias en forma más extensa. Porque si esperas que tu comunidad apoye lo que haces, debes servirla e involucrarla en tu proyecto. Debes idear una forma de lograr un gran impacto que se extienda más allá de la comunidad artística.

—En este sentido, debemos entender la diferencia entre servicio a la comunidad, en lugar de servicio a la comunidad artística. Ambas son causas nobles, pero debes tener claro cuál es tu objetivo. Tuve la suerte de empezar a dirigir una organización sin fines de lucro cuando tenía veinte años, y la dirigí durante siete años como voluntario. Era muy pequeña al comienzo pero creció llegando a ser una de las más grandes en el país, y ha crecido más y más desde entonces. Diría que al final de esos siete años, empecé a darme cuenta a través de la experiencia, y especialmente a través de los comentarios del directorio, que había un mundo más grande y más allá de la comunidad artística, con una gran aplicación para el arte en esa forma. Y si los artistas queremos persistir, debemos desarrollar ese tipo de plataforma.

—Por lo tanto, es una manera de desarrollar la audiencia también…
—Es la única forma. La palabra «servicio» puede ser un poco problemática, ya que no sólo significa conciertos de extensión o programas educacionales. Cuando hablo de servicio, significa reunirse con gente o llevar la música a donde ellos están. Eso puede ser programar conciertos y ver cómo los haces resonar dentro de tu audiencia. Pero tienes que encontrar las formas de hacer que ellos tengan un impacto, encontrando una forma para que las personas asistan y participen; y para eso tienes que entender a tu comunidad. El problema clásico que tenemos es que creamos un producto artístico, presentamos el concierto y ponemos todo el esfuerzo para refinarlo. Y luego, dos semanas antes del concierto, comenzamos a pensar en que la gente tiene que asistir a nuestro concierto y nos damos cuenta de que ya es muy tarde. Entonces, nos preguntamos por qué el nivel de asistencia es tan bajo. O en ocasiones, cuando promocionamos el concierto, sólo hablamos en términos musicales: hablamos del artista, de cuántos concursos ha ganado, de todas las salas donde ha tocado, las obras que tocará en el concierto, y olvidamos el hecho de que la mayoría de la gente no entiende el significado de esas cosas. Por esta razón perdemos gente en nuestros esfuerzos promocionales. No es porque la gente no es inteligente o porque son ignorantes; simplemente no estamos conectados con ellos en el nivel necesario. Todo esto es «servicio a la comunidad». Tenemos que construir nuestros proyectos pensando en la comunidad primero y luego ver cómo conectamos el arte con ellos.

—¿En qué etapa de maduración está la Austin Classical Guitar Society?
—Hemos alcanzado una edad madura. Somos adultos porque estamos en una posición de enseñar ahora a otros. Hay mucho trabajo aún por hacer, aún estamos aprendiendo y creciendo, pero al mismo tiempo hemos llegado a ser un lugar al que gente viene desde otros sitios del país o del mundo, para aprender de nosotros. Por ejemplo, hay organizaciones que están modelando programas educacionales basados en los nuestros. Recibo llamadas casi a diario de directores de diferentes lugares tratando de construir organizaciones, y que nos piden ayuda relacionada con programación, como desarrollar directorios, planes estratégicos, cómo elaborar eventos de recaudación de fondos, etc.

—¿Cuán importante y determinante ha sido el tener aquí la cátedra de Adam Holzman en The University of Texas at Austin?
—Muy beneficial. Creo firmemente que en el corazón de cualquier organización de arte floreciente existe una auténtica conexión con la excelencia y grandeza en cualquier forma del arte en sí mismo. Una peligrosa tendencia en gestión y emprendimiento cultural es una nueva generación de directores ejecutivos que no son personas formadas primariamente con mentalidad artística, ya que es gente ligada principalmente al liderazgo relacionado al mundo de los negocios. Existe la percepción que las organizaciones artísticas necesitan más disciplina, y más disciplina relacionada a los negocios, lo que es necesario sin lugar a dudas. Sin embargo, pienso que si el liderazgo no está fundamentalmente enraizado en la excelencia artística, esto se terminará reflejando en una falta de autenticidad creativa que es absolutamente necesaria para un servicio innovador y relevante en las artes. Por esta razón, el tener una cátedra de guitarra de excelencia ha sido crucial. Adam Holzman ha sido fundamental, ya que es un fiel protector de la excelencia en interpretación o enseñanza, cuya voz es una de las que me guía constantemente. Obviamente, está el aspecto práctico de tener gran talento aquí, por lo que los recientes conciertos en el Blanton Museum of Art o el Cactus Café son resultado de la participación y la conexión con este programa. Sin embargo, habiendo dicho eso, florecientes comunidades artísticas son resultado de poderosas organizaciones ligadas al arte, no de comunidades de grandes artistas. Funciona en esa dirección, no en la otra. En muchos lugares del país, hay muchas comunidades con grandes artistas y terribles organizaciones de fomento al arte, donde los artistas se quejan porque tienen el mayor talento, pero no los lugares donde mostrarlo. Al mismo tiempo, tienes muchos ejemplos donde puedes encontrar grandes programas y excelentes organizaciones y festivales, donde los artistas son remunerados, donde las audiencias son de miles de personas, y donde no encuentras comunidades de artistas locales. Pienso en Aspen, Colorado, y su festival de música. No hay una gran escuela de música en Aspen, pero ellos han construido una poderosa organización con una misión clara y por décadas han presentado increíbles experiencias para todos los estudiantes, artistas y asistentes. Pienso en Shakespeare Festival en Ashland, Oregon. No hay una gran escuela de drama ligada a Shakespeare en Ashland, pero hay décadas de un festival que es un gran motor económico, un gran lugar de empleo para artistas y un gran lugar donde aprender. Estos son ejemplos de poderosas y disciplinadas organizaciones que han crecido en ausencia de comunidades de artistas locales.

—¿Cómo congenias las necesidades entre innovación, sustentabilidad económica de la organización, y oportunidades a nuevos artistas?
—Esto vuelve a la razón de por qué es tan importante que el liderazgo tenga una auténtica conexión con la excelencia artística. Debes tener un visionario asociado al liderazgo que diga «lo que estamos haciendo con esta nueva composición o con este artista del que nadie ha escuchado antes, es tan importante que si perdemos dinero haciéndolo… está bien». Tenemos que tomar esta opción. Obviamente, no tratas de perder dinero; tratas de explicar la importancia, dar un marco y así poder ser financieramente viable. Un modelo puede ser tener el arte en un lado y la presión del mercado en el otro. Personalmente, creo que es un modelo falaz, pero en ocasiones es útil el ver las cosas de esa manera. Esto es «voy a hacer algunos cambios para atraer más gente a mi proyecto»; en otras palabras, el clásico modelo de la concesión, que creemos es necesario. Sin embargo, yo creo que hay espacio para todo. Pensemos sólo en presentar conciertos y vender entradas como parte de lo que hacemos aquí (obviamente lo que hacemos es mucho, mucho más y más complicado). Existe espacio para el artista que todo el mundo quiere ver y escuchar, y que venderá muchas entradas; hay espacio para el programa más oscuro, y hay espacio para el programa de nueva música. Sin embargo, eso limita la discusión, ya que no existe sólo una dimensión. Piensa por ejemplo en lo que tú hiciste en el Blanton Museum of Art para nosotros el mes pasado. Tocaste obras latinoamericanas contemporáneas en asociación con una exposición temporal que estaba ocurriendo en ese preciso momento en Austin. La enfocamos en un específico grupo de gente interesada en arte visual y música. La audiencia estuvo excelente y disfrutó muchísimo. ¿Cómo pasó? No fue que yo estaba organizando una temporada de conciertos específica y dije «voy a programar obras latinoamericanas contemporáneas porque creo que es genial y espero que la gente asista». En lugar de eso, vimos una oportunidad de hacer algo significativo que resonaría en la comunicad, en una forma específica y con un propósito específico. Eso es innovación. No puedo hacer eso el próximo año; lo hicimos por esa exhibición. Pienso también en el programa que hicimos el año 2011 con Austin Pictures. Jorge Caballero llamó y me dijo estoy tocando Cuadros de una Exposición de Mussorgsky. Eso es genial, ya que Jorge puede venir y tocar esa obra. Pero luego tuvimos a un compositor que escribió una obra llamada Austin Pictures (Cuadros de Austin) en honor a la obra de Mussorgsky. De esta manera mostramos la obra de un compositor contemporáneo junto a un concepto mayor asociado a una obra conocida como Cuadros de una Exposición. Luego tuvimos obras de once estudiantes de enseñanza media (high school) destacados en artes visuales de Austin, quienes luego de ser seleccionados por un concurso, pintaron cada uno de los temas descritos en la obra de Mussorgsky, y luego creamos un documental de doce minutos relacionado a ellos. Finalmente, la nueva obra incluyó al destacado Miró Quartet y a ciento quince jóvenes en diversos ensambles de guitarra. Muchos elementos, en los que cada uno resonó en específicos grupos de gente aquí en Austin. Algunos se identifican con el Miró Quartet, otros con Mussorgsky, otros con los chicos. Todo esto se conecta en formas profundas y reales con la comunidad, creando algo único y especial que importó a la comunidad en un tiempo y lugar específico.

—¿Cómo el sistema económico particular de Estados Unidos ha afectado el desarrollo de la Austin Classical Society?
—Cuando el dinero fluye en lugares donde hay gran apoyo gubernamental, hay algo para ser envidiado. Quince años atrás los artistas y estudiantes estadounidenses envidiaban la situación europea. Lo que nadie entendía entonces, es que los europeos quince años atrás venían y envidiaban lo que había aquí. El dinero es bueno y necesario en presentaciones artísticas, y necesitas tener buena voluntad y conexión con la comunidad. Lo que el sistema estadounidense te fuerza a hacer es golpear puertas de personas para obtener apoyo. Y he llegado al punto donde lo aprecio, lo disfruto, y donde no querría otra forma de hacerlo. Hay muchos días donde no habría peleado tan duro como lo hice para desarrollar esta organización si no me hubiera visto en ese escenario. El resultado final es conexión y empatía; voy donde alguien, le explico y profundizo la importancia de lo que hacemos, y si deciden darnos apoyo monetario es porque creen en la organización, y ese es un nivel de conexión que va mucho más allá de lo que tocaré en la sala de conciertos o en el dinero recaudado. Tiene que ver con la fe puesta en el proyecto, lo que realmente se aprecia.

—Algunas personas dicen que el problema de la audiencia es el alto valor de las entradas. ¿Estás de acuerdo con ello?
—Tenemos hoy un concierto que está agotado donde las entradas son caras porque además incluyen comida y bebidas. Ayer recibí un email que decía, «me enteré del concierto, me encantaría asistir, pero no puedo pagarlo». Escribí de regreso y dije «lo entiendo, pero tenemos el mismo artista tocando el concierto el día anterior en el Cactus Café, por sólo diez dólares, por lo que puedes asistir si lo deseas». La persona me respondió y dijo «me encanta el Cactus Café, no sabía que también organizaban conciertos ahí, y estoy feliz de poder asistir». Es importante tener sensibilidad; si tú vas a servir a tu comunidad, tienes que entender cuánto ellos pueden pagar. Existen algunas organizaciones que ofrecen todos los conciertos gratis ya que han podido encontrar la manera de sustentarse económicamente. Personalmente, creo en entregarle valor al arte, y en el sistema en que vivimos en Estados Unidos, que es un sistema capitalista, le ponemos valor a las cosas, y ese valor incluye una conversación sobre dinero y sobre cuánto cuestan las cosas. No tengo problemas en que se cobre una cantidad de dinero razonable para que alguien vea un gran artista que es altamente valorado. Mientras vivamos en una sociedad donde gastemos dinero en comida, en seguros de salud —porque valoramos la experticia de los doctores y su educación—, en contadores —porque valoramos su experticia para organizar nuestros impuestos— o en asesoría legal, tenemos que gastar dinero en las artes. La gente dedicada a las artes no es menos entrenada, menos talentosa o menos valiosa. El gran desafío es hacer conexión con la comunidad para que la gente entienda y muestre su confianza en la organización sustentando este tipo de cosas, ya que es una parte importante de la ecuación.

—Fuiste entrenado y educado como guitarrista clásico, pero al mismo tiempo siempre te has desarrollado en forma multidimensional. ¿Qué sacrificios has hecho como concertista al haberte dedicado al emprendimiento y gestión de esta organización?
—El tocar conciertos es la parte más difícil en mi vida para mantener en equilibrio. Por eso aprecio lo que realizan los artistas que traemos, ya que cualquier persona que es músico sabe cuán difícil es preparar un programa de excelencia y calidad. Y sí, tomé una decisión, en la que era más valioso lograr que otra gente diera conciertos. Lo haría de nuevo y soy feliz con ello. Aunque no lo creas toco muy a menudo; simplemente no aprendo nuevo repertorio, ya que no tengo tiempo para ello. Me encanta dar conciertos y conectarme con la gente, por lo que la música para mí se ha vuelto algo que disfruto muchísimo. De alguna manera ahora soy un intérprete más relajado y mucho más comunicativo que antes, ya que no estoy preocupado de aprender notas todo el tiempo; simplemente interpreto lo que más me gusta. Mi vida es muy enriquecedora y no he renunciado a muchas cosas. He encontrado las cosas que me gusta desarrollar y lo hago con firmeza. Eso incluye enseñar, jugar tenis, dirigir esta organización, escribir casi a diario todo tipo de cosas como mis dos libros. También estaré enseñando un curso en gestión y emprendimiento cultural el próximo semestre en la Universidad de Texas.

—¿Están los estudiantes de arte y música preparados para los desafíos del mundo de hoy?
—Hay un elefante en la habitación. Vivimos en este mundo como una gran cantidad de personas. Tenemos bebés y algunos van a escuelas artísticas, se convierten en artistas, se gradúan y hacen arte en distintas maneras: enseñando, realizando exposiciones, dando conciertos, etc. Todas estas cosas deben involucrar un intercambio económico, donde la gente paga por esto. Sin embargo, hay un gran quiebre y debilidad en este sistema justo en el punto entre el arte creativo y quién paga por este arte. Mi trabajo se ha vuelto identificar y tratar de solucionar esa debilidad. Soy muy optimista porque creo que con las prácticas correctas y la visión indicada, existe un gran potencial y una gran necesidad en ambos lados. Las comunidades necesitan arte en muchas maneras, y los artistas necesitan trabajo de muchas maneras también. Lo importante es ver cuáles son los lugares para establecer la conexión. Pienso que es crucial que los líderes en el servicio artístico a las comunidades tengan que ser formados con una enraizada visión de excelencia artística. Por esta razón es también crucial que nuestros estudiantes sean enseñados en estas materias, ya que serán los líderes del futuro, y si están preparados, será mejor todavía. Creo que no es para todos; habrá estudiantes que no tendrán interés en esto y que nunca realizarán proyectos de este tipo, y que no deberían estar en estas clases. Pero creo que habrá estudiantes como lo fui yo, que mirarán la ecuación y dirán «hay algo que no está en equilibrio», y querrán solucionarlo. En mi caso, yo no tuve ningún entrenamiento en emprendimiento artístico en organizaciones sin fines de lucro, ya que no había cursos para tomar.

—Todo esto me ha apasionado y he visto increíbles resultados, y busco constantemente oportunidades para compartir el conocimiento que tengo sobre esto. Por eso escribí el libro, por eso me reúno con gente y por eso doy mi apoyo y consejo gratis cuando la gente me llama desde otro lugar del país, a quienes no he conocido, y que quieren construir una organización. Quiero que otra gente tenga éxito en esto, ya que sus comunidades lo necesitan.

—La Austin Classical Guitar Society tiene una variedad de temporadas de conciertos muy diversas en formato y audiencia. ¿Cómo se ha originado esto? Lo pregunto porque constantemente se señala la existencia de una crisis en la música clásica. Sin embargo, ustedes constantemente están creando nuevas temporadas.
—Creo que cada crisis es una oportunidad. La noción de que existe una crisis es muy antigua y eterna. Es cansadora y poco saludable ya que puedes ir a los años veinte y leer sobre orquestas cerrando, y puedes leerlo también hoy. Al mismo tiempo, puedes leer sobre un sinnúmero de exitosas organizaciones, incluyendo orquestas, que están haciendo innovaciones y creciendo constantemente. Todo esto es en parte percepción y perspectiva. Pero sí diré que si por ejemplo (esto no es número real, pero lo utilizo para sustentar mi argumento) el diez por ciento de estadounidenses gasta parte de su salario en artes, significa que tenemos un noventa por ciento de margen para crecer. Ese es un buen mercado para estar; no quieres estar en un mercado saturado, quiero estar en un mercado con un gran potencial de crecimiento. El presupuesto de nuestra organización ha crecido treinta por ciento cada año durante diez años seguidos, incluyendo la crisis económica. Y no es porque Austin tiene más dinero o porque es más grande que otras ciudades; es más pequeña que Houston o Dallas. La razón es porque estamos trabajando para conocer e involucrar gente todo el tiempo; no sólo guitarristas o estudiantes de arte; simplemente, gente nueva. Por esta razón, cuando ves una nueva temporada de conciertos creada es una manifestación de nuestra creencia de tener que construir cosas donde la gente está. Hoy, inauguramos una nueva temporada de conciertos en el centro de Austin, ya que no teníamos ninguna en ese lugar. Por ejemplo, cuando ves quinientas personas en uno de nuestros conciertos dices ¡qué increíble! Sin embargo, ¡hay un millón de personas en Austin! Y hay mucha gente en el centro que no va a nuestros conciertos en otras localidades. Por eso tenemos la esperanza de tener éxito, ya que las entradas están agotadas. Por otro lado, ayer visitamos un hogar de adultos con enfermedades mentales, que están en transición a hospitales para volver a reinsertarse. Realizaremos un programa educacional especialmente para ellos. Tenemos un programa para adolescentes embarazadas en condiciones de riesgo. Es un programa enfocado en sus necesidades, ya que por ejemplo ellas tienen una oportunidad de escribir canciones para sus futuros hijos durante su proceso de instrucción musical.

—Finalmente, ¿puedes resumir en pocas palabras, por qué haces lo que haces?
—Creo que existe energía que fluye entre la gente; es la energía que crea lealtad, sonrisas, buena voluntad, devoción, y amor. Es lo que causa que la gente piense en algo que los inspira. Quizás creamos un concierto un sábado en la noche y una familia está sentada el domingo comiendo y recordando ese momento.

—Anoche, la gente se acercaba muy entusiasmada a hablar acerca de los artistas que iban a ver, otros muy felices y emocionados por lo que habíamos hecho dos semanas atrás en la producción de música y cine que realizamos. Creo que ahí está nuestra realidad más profunda como seres humanos. Y cuando recibo profundas cartas escritas a mano con agradecimientos, o reacciones positivas a las experiencias que creamos, me recuerda que el arte es humanidad y nuestro mayor logro creativo como seres humanos sensibles e intelectuales. Y el hecho de yo poder participar creando una plataforma para que ese arte sea divulgado, disfrutado, entendido, y apreciado por los diversos miembros de la comunidad, es lo que me guía cada día.El Guillatún

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