El Guillatún

«Dicen que soy minimalista y me arranco del exceso de emoción, pero lo que me interesa es que la gente piense»

Soledad Lagos

Soledad Lagos. Foto: Jorge Sánchez

Luego de una década dedicada al dramaturgismo junto a directores como Rodrigo Pérez y Alexander Stillmark, Soledad Lagos estrena ¿Quién es Chile?, su primera dramaturgia: una obra política y alentada por el mítico equipo de fútbol Colo Colo 73.

«Todo podría haber sido muy diferente», dice Carlos Caszely, hace una pausa, y continúa: «eso está claro, pero el equipo de ese año 73 fue mucho más trascendente que cualquier jugada o que un buen gol». Las primeras líneas de ¿Quién es Chile? anuncian la estrategia de una obra que avanza por la historia de Chile y profundiza en el fútbol como fenómeno social y en el sujeto colectivo que desapareció con el Golpe de 1973.

La familia de Caszely, el camarín de Colo Colo, la jugada de un gol histórico, una clase de ética en el colegio, una pareja de jóvenes hinchas y luego, sus padres enfrentados a la persecución, son imágenes, momentos cotidianos, pistas que sirven para rastrear los procesos que destruyó la dictadura, para pensar en los movimientos colectivos de ayer y de hoy.

La escritura es de Soledad Lagos, investigadora, crítica teatral y traductora que durante la última década ha introducido al teatro chileno en el dramaturgismo, concepto que en Alemania data del teatro de Bertolt Brecht en la década del 20 y que se manifiesta desde la investigación, la documentación y la utilización de materiales textuales ya elaborados, hasta su costura —«a veces invisible, otras veces notoria», dice Soledad—, en un material nuevo, conceptual y crítico.

De ese trabajo nacieron reconocidas obras de la escena teatral local en la última década. Provincia Kapital (2004), Cuerpo (2005), Madre (2005) y Padre (2006), todas dirigidas por Rodrigo Pérez; Philotas (2007), Yo, Feuerbach (2009), junto al director alemán Alexander Stillmark, Apoteosis final: Bim-Bam-Bum-UP (2008), dirigida por Pali García y Piaf (2012), el inicio de su trabajo con el director Marco Espinoza, también a cargo de la puesta de ¿Quién es Chile?.

En esta última, sin embargo, la también Doctora en Filosofía y Letras por la Universidad de Augsburgo, ha dado un paso más largo en comparación a sus trabajos anteriores, donde ha articulado textos de diversos orígenes (desde parte del Informe Rettig a extractos de obras de Brecht) para crear nuevas piezas. La obra creada a partir de la campaña de Colo Colo 73 y que se estrenó en el GAM el viernes 4 de abril, en cambio, es el primero de sus textos autorales que llega a una sala. En términos simples, su estreno como dramaturga.

«En el dramaturgismo tú pones tus textos también, pero es más invisible esa operación, porque se trata de zurcir otros textos. Aquí no, uno pone “de Soledad Lagos”, lo que es una operación de autoría más evidente. Sin embargo en esta obra me moví entre la dramaturgia y el dramaturgismo. Por ejemplo, se invitó al elenco a participar en la construcción de algunas escenas específicas», explica.

—¿Por qué escribir ¿Quién es Chile??
—La primera razón es para resaltar en el escenario el papel que le correspondió a Colo Colo 73 en la Copa Libertadores con un equipo de gente talentosa, desde el punto de vista deportivo, pero también de mucho ñeque y mística. La segunda es reconocer y valorar el papel de una nación, es decir ciudadanos y ciudadanas, que con gran probabilidad no tenían conciencia de los sujetos históricos que eran en aquel momento. La tercera, para hablar de una ciudadanía que vivió en los años 1972 y 1973, una época de grandes sueños y proyectos colectivos.

—La obra presenta diferentes momentos reconocibles en la historia traumática de Chile en las últimas décadas. ¿Qué papel cumple la presencia de Carlos Caszely en esta operación?
—En la obra se muestra un mosaico identitario con varias generaciones conviviendo. Para hablar de esas microhistorias, dialogando con Colo Colo 73 y con la figura de Carlos Caszely, se puede construir ese tejido que a mí me interesa que aparezca en el escenario: que los espectadores construyan su propio relato desde el hoy acerca de lo que están viendo y que reflexionen acerca del lugar del colectivo.

—Ese colectivo, que en la obra es muy manifiesto, es ajeno a la mayoría de las generaciones que actualmente componen nuestro país. ¿Crees que les haga «clic» a los jóvenes que vean la obra?
—Aunque formalmente es diferente a cómo se construía en los años anteriores al Golpe, las nuevas generaciones están operando hace rato desde lo colectivo. Las marchas estudiantiles que volvieron a poner los temas importantes en la agenda, son colectivos y que esos líderes hayan llegado al parlamento es un logro gigantesco y uno de los hitos más importantes de los últimos años, pues tienen la posibilidad de hacer los cambios desde donde corresponde. Hay una idea de colectivo mucho más desprejuiciada hoy.

—En la obra se trata mucho el tema de la conciencia histórica. ¿Cómo te enfrentas desde el hoy a esa conciencia que tenías en esos años, siendo una adolescente?
—Ha cambiado pero no tanto. Con el paso del tiempo me he dado cuenta de lo importante de haber tenido esa conciencia histórica. Evidentemente a los 14 años uno está en otra en términos vitales. En la obra hay muchas alusiones a eso, a que somos una generación que le tocó madurar de golpe. La palabra no es casual.

—¿La estructura de la obra podría definirse como coral?
—Yo prefiero llamarla una obra mosaico. La estructura juega con saltos temporales, alusiones y a pesar de no ser una obra lineal o 100% interpretada en forma realista, es muy reconocible. Los espectadores no se van a perder, la presentación, desarrollo y desenlace del conflicto está mezclada de tal forma que cada una de las voces de los personajes da su propia versión en momentos diferentes. Es una partitura muy detallada que no presenta una dificultad mayor para los espectadores. Y algo importante, no se necesita la experiencia de haber vivido esa época para reflexionar sobre ella.

—¿Ves una ventaja en esa forma de articular una obra en relación a la reflexión?
—No sé si es una ventaja. Cuando me siento a escribir no aplico una fórmula, sino que aparece una manera porque me interesa que la gente piense, pero que piense con profundidad. Por eso mucha gente piensa que soy minimalista en las maneras de construir discursividades, o evito el kitsch o me arranco del exceso de emoción. Hay una intensidad en la reflexión que espero que le resuene en las personas, aunque eso no significa que se vayan a la casa con todas las soluciones y sin las tareas por hacer. Creo profundamente en los espectadores inteligentes, creo que todos lo son, y porque respeto el tiempo que me regalan, trato de ser muy clara en todo.

—¿Tienes condiciones para ejercer la escritura?
—Sí. Primero, escribir de lo que me interesa, no por encargo. Segundo, ejercer una libertad desde el punto de vista de cómo quiero construir mi discurso, tanto en lo investigativo como en la creación. Y tercero, invitar a la gente a que saque sus propias conclusiones.El Guillatún

¿QUIÉN ES CHILE?
Puesta en escena: Marco Espinoza
Dramaturgia y Dramaturgismo: Soledad Lagos
Elenco: Elías Arancibia, Cristián Arriagada, Juan Pablo Bastidas, Carmen Gloria Bresky, Daniel González, Samuel González, Christian Riquelme-Guerrero, Marcela Salinas, Carolina Varleta, Carlos Caszely
Diseño de Escenografía y Vestuario: Jorge «Chino» González
Diseño de Iluminación: Marcelo Parada
Diseño Sonoro: Alejandro Miranda.
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