El Guillatún

¿Escuelas nacionales en la guitarra clásica?

¿Es posible hablar de escuelas nacionales en la guitarra clásica? ¿Se puede afirmar que la guitarra clásica debe estudiarse en un país determinado por la supuesta tradición o historia que ahí tiene? ¿Es posible hablar de una escuela alemana, francesa, o rusa de la guitarra clásica? Hoy, en un mundo totalmente globalizado, tales afirmaciones tienen difícil respuesta, simplemente porque la diversidad de nacionalidades en los cuerpos académicos de los más importantes conservatorios del mundo determina que, más que escuelas nacionales, sean los profesores de manera individual quienes fomenten la forma y el proceso pedagógico del instrumento. Por ejemplo, importantes escuelas de música en Europa tienen dentro de sus cuerpos docentes a guitarristas latinoamericanos como Marco Tamayo (Cuba), Roberto Aussel (Argentina), Pablo Márquez (Argentina) o María Isabel Siewers (Argentina). En España, y específicamente en Catalunya, Zoran Dukic, guitarrista croata enseña en el ESMUC, la institución de educación superior del país catalán. ¿Qué implicancias tiene esto? Básicamente que las fronteras de las supuestas escuelas nacionales se han desdibujado a simple vista. No obstante, sí es posible hablar de tendencias o de escuelas, en la medida que varios guitarristas de un mismo país destacan por sus interpretaciones, grabaciones, o triunfos en concursos del instrumento. Por ende, interesante es ver cuáles son estas tendencias en la actualidad porque de alguna manera mantienen viva la diferencia entre intérpretes en momentos donde la estandarización de la interpretación tiende a ser muy frecuente, y donde la diferencia entre intérpretes es algo que la audiencia busca con el fin de apreciar las diferentes interpretaciones posibles de una misma obra.

Lo primero que podemos nombrar es lo que muchos conocen como la escuela chilena de la guitarra clásica. Normalmente este concepto comenzó a acuñarse gracias a los triunfos en competencias internacionales de destacados guitarristas nacionales, ex alumnos del maestro Ernesto Quezada en la Universidad de Chile. Posteriormente se han sumado una serie de nombres de guitarristas más jóvenes que han mantenido el alto nivel de la guitarra clásica. En este caso es posible hablar de una escuela, debido a que los triunfos de los años noventa lograron que el mundo de la guitarra clásica mirara con especial atención a la escuela de los profesores chilenos, específicamente Ernesto Quezada, elemento que determinó que Chile se convirtiera en un referente a nivel sudamericano. Si antes lo fue Argentina, este era el momento de nuestro país.

Paralelamente, durante esos años, guitarristas de la zona de los Balcanes alcanzaron gran notoriedad internacional, gracias a un gran nivel técnico, virtuosismo, musicalidad y fuerte presencia escénica, elementos que contribuyeron a que muchos de ellos comenzaran sus carreras y llegaran a ser importantes profesores a nivel internacional. Ejemplos de ello son Zoran Dukic —a quien mencionamos anteriormente— y Denis Azabagic, actualmente viviendo en Estados Unidos, quien también conforma un exitoso dúo de cámara junto a su esposa (Cavatina Duo). Además, podemos nombrar a Ana Vidovic y Goran Krivocapic. Todos ellos han logrado mantener una gran actividad concertística después de superada lo que muchos conocen como la etapa de los concursos.


Zoran Dukic interpreta «Balkan Miniatures» de Dusan Bogdanovic en el Festival de Guitarra de Belgrado, Serbia (febrero 2009).

El nuevo milenio marcó la irrupción de guitarristas cada vez más jóvenes, técnicamente sólidos, y con gran madurez interpretativa. Muchos de ellos se han destacado en certámenes del instrumento, que guste o no, en muchas ocasiones determina que ellos tengan figuración pública.

Por un lado tenemos una increíble generación de guitarristas franceses, muchos de ellos discípulos o estudiantes del guitarrista francés Judicael Perroy. Entre estos podemos mencionar a Thomas Viloteau, Gabriel Bianco, Jeremy Jouve y Thibault García, quienes comparten la particularidad de haber obtenido el primer premio en Guitar Foundation of America, competición que da la posibilidad de dar alrededor de cincuenta conciertos en Estados Unidos y Canadá. Además comparten el factor común de haber comenzado a tocar la guitarra desde muy, muy jóvenes (5-7 años), aspecto que llama la atención porque durante mucho tiempo se pensó en algunas partes que la guitarra no podía enseñarse desde tan pequeño debido al tamaño del instrumento.


Thomas Viloteau interpreta «Concerto in D» de Mario Castelnuovo-Tedesco durante la ronda final del concurso Francisco Tarrega.

También durante los últimos años, una impresionante generación de guitarristas rusos y de países vecinos como Ucrania, han empezado a brillar de la misma manera que los guitarristas franceses nombrados anteriormente. De la misma manera, muchos de ellos premiados también en los concursos más importantes del orbe, destacan por una solidez técnica y una gran musicalidad y particularidad interpretativa, que los hace enfrentar con gran libertad muchas obras y estilos. Nombres como Anton Baranov, Vladimir Gorbach, Rovshan Mamedkuliev, o Marko Topchi pueden ser incluidos en esta lista.


Marko Topchii participando en la ronda preliminar del 3er Concurso Internacional de Guitarra de Changsha, China (2014).

Finalmente, y quizás no una escuela nacional pero sí una escuela en sí mismo, tenemos a la figura del maestro Oscar Ghiglia en Basilea y Siena, durante una gran cantidad de años. Guitarristas como Marcin Dylla, Lorenzo Micheli, Adam Holzman, o Antigoni Goni han estado entre sus estudiantes. Todos ellos hoy con carreras establecidas como concertistas y/o profesores, mantienen la particularidad de tener importantes fortalezas, sobre todo interpretativas, que hacen que sus conciertos sean únicos y seguidos por muchos aficionados a la música y a la guitarra en particular.


Marcin Dylla interpreta «Valses Poéticos» de Enrique Granados (arr. Paolo Pegoraro).

¿Cuál es la conclusión de todo lo señalado anteriormente? Por un lado, desmitificar la idea de escuelas nacionales; en lugar de eso, referirse a generación que mantienen coincidencias por profesores que en muchas ocasiones vienen de tradiciones o escuelas distintas. En segundo lugar, poner de manifiesto que la guitarra es cada día más un instrumento más y más popular que es desarrollado e interpretado con altos niveles de excelencia en distintos lugares del planeta. Y finalmente apreciar, que en muchas ocasiones la posteridad o figuración de muchos artistas es algo que se juega en el largo plazo y no sólo durante la etapa de los concursos, como se puede apreciar en los discípulos de Oscar Ghiglia o si se quiere desde un punto de vista más cercano, en los discípulos chilenos de Ernesto Quezada, quienes han logrado mantener una alta presencia concertística internacional. Y por ende, recordar e incentivar que todo este proceso es dinámico, por lo que las escuelas que hoy marcaron la tendencia, quizás serán superadas en pocos años, por lo que la actualización es importante, para evitar repetir conceptos que tienden a ser erróneos y que limitan las posibilidades de desarrollo y superación de los instrumentos.El Guillatún


Gabriel Bianco interpreta «Allegro assai» de 3ra Sonata para violín de J.S. Bach, BWV 1005.
Exit mobile version