El Guillatún

Verismo Artificial

Pagliacci - Met Opera

Pagliacci - Met Opera

Cavalleria Rusticana de Mascagni y Pagliacci de Leoncavallo, las dos óperas que el MET nos ofreció el pasado 25 de abril, tienen en común ser obras paradigmáticas de un fuerte movimiento de compositores y libretistas de finales del siglo XIX en Italia; el Verismo.

Como su nombre lo indica los veristas, buscan «lo verdadero», en el sentido de «lo natural». Rechazan los símbolos, las idealizaciones. También reaccionan en contra los argumentos situados en épocas pretéritas o exóticas. Marcan un corte seco con lo que hasta ese momento era moneda corriente en el mundo de la ópera. Sus argumentos se desarrollaban en el tiempo presente. Pagliacci, verdadero manifiesto verista, está basado en un caso real.

El desafío, más de cien años después, consiste en no traicionar el naturalismo implícito que tienen estas obras. A pesar de la excelencia de los interpretes, Cavalleria Rusticana apareció artificial. Ambientada en las interminables paredes de una iglesia atemporal y con una estética minimalista que se torna repetitiva por el abuso del recurso giratorio del escenario. El vestuario se reveló como la cualidad más sobresaliente de la puesta en escena.

De las dos óperas ofrecidas, Pagliacci fue sin duda la más acabada. La opción de ambientarla a comienzos del siglo XX se reveló acertada, igualmente la inclusión de verdaderos comediantes-payasos (tal como los percibimos hoy en día) y de cierto ambiente que hacía pensar en el cine neorrealista italiano.

Sir David McVicar nos ofrece aquí la producción de dos obras totalmente independientes, cuyo sentido reposa en el savoir faire, profesionalismo y excelencia de todos sus integrantes. No podemos dejar de inclinarnos ante tanta excelencia y talento, pero nos faltó una carga de sentido que el mayor de los profesionalismos no puede colmar.

Eva-Maria Westbroek como Santuzza estuvo sobreactuada, y a pesar de su imponente voz, en ocasiones se tornaba muy difícil entender el texto. George Gagnidze estuvo muy acertado tanto en Alfio de Cavalleria como en el Tonio de Pagliacci, y particularmente en el célebre prólogo de esta última. Otra presencia relevante de Pagliacci fue la versátil Patricia Racette en el rol de Nedda.

Así como cada generación traduce a su Homero, «Vesti la giubba» ha sido cantado por Maurel, por Caruso y más cerca en el tiempo recordamos la torrencial voz de Pavarotti. Marcelo Álvarez nos hizo creer que nuestra época está lejos de quedarse atrás y que la dramática risa de Canio, puede sonar verdadera, sin artificios ni sobreactuaciones. Gracias a la voz y a la actuación de Álvarez el verismo se nos revela como un movimiento que buscó la verdad, y la encontró.El Guillatún

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