El Guillatún

Zona de Artificio

Zona de artificio

Zona de artificio.

Una tarde de invierno vi una mujer muy mayor que caminaba alegremente con dos bastones, uno en cada mano, y a pesar del frío se dio el tiempo de mostrar una sonrisa a todos aquellos que miraban la rareza de sus dos bastones. Cuando quise fotografiarla me di vuelta pero ya se veía demasiado lejana para mi cámara.

MIRANDO UN LUGAR COMO SI FUERA UNA ZONA DE ARTIFICIO. LA DANZA COMO UN TAUMATROPO DE LA VIDA

A través de la danza podemos acceder a una zona llena de preguntas y llena de visiones donde atrevernos a pensar cada vez con más complejidad en este arte que explota en diversidad. Hablar sobre el cuerpo nos lleva más allá del mismo. Nos asomamos a los significados de cuerpo que se enaltece cuando baila, nos cuestionamos sobre los laberintos del aprendizaje respecto al movimiento y todo lo que nos pasa por dentro al movernos. Lo que se piensa y se siente cuando estamos bailando, cuando nos están mirando y cuando nadie nos mira. Estas cuestiones son triviales pero son las cuestiones que se hablan y se comunican en general, entre profesores, entre coreógrafos, entre teóricos. Son las zonas donde las personas disfrutan del arte de moverse. La zona que presenciamos está viva porque está hecha a través del movimiento.

Cada lugar del cuerpo tiene una correspondencia que acapara en forma abrupta nuestra atención. Sin duda es el comportamiento de los otros en corpus-móbile lo que nos atrapa. Eso porque ponemos en el horizonte, en la lejanía de lo inalcanzable nuestras emociones. La mujer mayor que camina con dos bastones es fuente de descubrimiento de acciones y movimientos, vale decir, una imagen sensibilizada de mi parte que está tocando levemente la zona de artificio. Me dispongo entonces a ver una vez más un lugar para relacionar e indicar en el tiempo y el espacio el ritmo que resalta, que brinca en un artificio de imagen más viva, más consciente que me llega como un regalo de la realidad.

La zona donde la ficción está desplegándose es una zona de débiles luciérnagas que como pequeños seres inconclusos dan señales falsas y verdaderas. Podemos hacer de otra manera, con otra perspectiva: en la danza algunas personas bailan de verdad, con toda la creencia de que allí donde se encuentran cuando se mueven, por alguna razón de perspectiva, ponen en juego intenciones nuevas o que parecen novedosas aun cuando no lo sean, aun cuando están repitiendo algo que saben medianamente, bajo la luz de las luciérnagas, sin demasiado control ni horizonte.

Pregunta: ¿Cuál es el lugar de la espontaneidad en la danza?

Duncan preconizaba ya esta suerte de libertad y espontaneidad que existe en el acto de bailar. Desde siempre la experiencia de bailar nos ha cambiado, por dentro en la química corporal y cerebral, y por fuera en el contexto con la tribu. Nada más atractivo y tranquilizador que descubrirnos en el bailar de la tribu para poder reconocernos y hacer nuestra selección con pares. Quien mira es quien hace el trabajo de valorar, quien mira puede llegar a ver la luciérnaga en la zona de ficción. Ya sabemos que la danza está unida a quien la mira, que le pertenece a quien la sigue con la mirada, a quien la busca.

Relación inquebrantable en un lugar sin propósito claro, la danza es un perfecto acto humano que brinda también zonas de espiritualidad buscadas sin saberlo, aun cuando la danza sólo se potencie como un espectáculo separado de la realidad.

Explorar los propios límites es algo que pedimos y decimos, como si nada costara, a nuestros estudiantes o bailarines… Los límites personales de la danza no son más que la estructura del mirar la zona de artificio, no podemos ignorar el sentimiento personal, la fuerza de la danza es inacabada y representa la belleza de la luciérnaga, la imagen esta en el horizonte.

Como coreógrafa de pequeñas piezas —en general no más de 30 minutos— presto atención a las palabras que caen de los bailarines y bailarinas para describir lo que hacen y lo que se despierta en ellos y ellas cuando algo les gusta. No puedo no sentirme atraída por la sorpresa de los propios intérpretes. Seguramente es algo que le sucede a muchos coreógrafos. Trabajo o juego, como queramos, igualmente es un nuevo equilibrio o fenómeno de apreciación del mundo, pero también de aprendizaje a partir del cuerpo. Los bailarines se integran, es decir son íntegros, completos, en un aprendizaje que viene de ellos mismos y va hacia ellos.

Pregunta: ¿Cómo ser un naturalista en la zona de artificio?

El naturalista sabe clasificar con su mirada, distinguir con su mirada las zonas de artificio, es experto en las variables y en los linajes, se aficiona con el solo mirar a un presente total. La danza nos provoca una suerte de naturalismo ante los privilegios del arte. Atender la realidad y buscar un nuevo régimen nos está dando variables de intención que no sabíamos. La danza se vuelve más social puesto que está más ligada a la luciérnaga de todos nosotros. La danza se encausa al aparecer como una doble o triple realidad. No es engaño, es estado de relaciones, es sentido y fenómeno, por tanto confiable para nuestra naturaleza.

Pregunta: ¿Nos estamos volviendo espontáneos con nuestro saber?El Guillatún

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