El Guillatún

Memoria compartida (impresiones de un espectador)

Memoria Compartida

Memoria Compartida. Foto: Jorge Sánchez

Fácilmente podría citar a la memoria factores inherentes a la disciplina del arte de la Danza al enfrentarme a una propuesta donde personas en un escenario… se mueven. Movimiento y espacio jugarán un rol preponderante. Tiempo, imagen y sonido completarán los ingredientes de la obra porque lo que he venido a ver es Danza.

Tiempo, imagen y sonido. Texto y voz. Historia. Movimiento y espacio.

Memoria.

Que la línea curatorial del Gam haya invitado a Lorena Hurtado a participar en torno a la conmemoración de los 40 años del 11 de Septiembre de 1973 es algo que la coreógrafa ha sabido aludir llevando a escena la memoria personal de 3 intérpretes que nos relatan sus historias, vivencias y miradas a través de una obra interdisciplinaria donde la mano analítica instintiva o consciente de la directora maneja , mueve, dispone, resalta, relaciona y ordena elementos que conectan los mundos privados de los personajes con la historia reciente de nuestro país.

La obra denota una tendencia a la construcción de una coreografía moderna en términos de tiempo y espacio. La representación corporal de conceptos, dada por el movimiento formal de los intérpretes, fácilmente reconocibles, expresan atisbos de una «danza aprendida» que afloran en forma reiterada, aunque no por ello menos abstractos y definidos, son usados a manera de introducción para que el espectador reconozca a los personajes y se familiarice, acaso se identifique con ellos. Gestualidades concretas, provenientes de estados psicofísicos van esculpiendo de a poco una historia que les pertenece.

Ciertas insinuaciones vocales, inaudibles, cual palabras susurradas entre ellos predicen tímidamente un recurso que logra definirse, tomando especial relevancia y enriqueciendo la propuesta por el uso de elementos multimediales dispuestos con acierto en momentos en que el desarrollo y calidad de la obra logra tomar peso y estatura.

La relación palabra/movimiento/estado corporal, que constituye la forma de lenguaje más relevante de Memoria compartida, aparece con fuerza y logra sus mejores momentos en la sección del «Chile dibujado». El esbozo de un mapa trazado en forma convulsiva y paranoica, hábilmente usado como recurso de identidad a todo el ancho del escenario, predice una vivencia común que emerge a través de los trazos de uno de los bailarines, modelando un mapa donde una historia común va a ser contada, o tal vez una o dos o tres separadas, unidas nada más por el vínculo geográfico de un país tizado sin cuidado, quiero pensar intencionalmente sin cuidado, sobre el suelo del escenario.

Historias diferentes. Historias contadas que se entrecruzan en una suerte de realismo mágico donde todo es posible. Historias que se enriquecen y se opacan. Historias narradas a través de un texto, elemento estructural y moderador de la obra. Historias personales, herméticas, neuróticas, bellas, escandalosas, tristes, jocosas y felices se mezclan con oraciones corporales desde donde emanan sugestivas posibilidades de movimiento y espacialidad que nos hacen deambular por aristas paradigmáticas producidas por las ricas y variadas situaciones escénicas que se originan, las que muchas veces desgraciadamente son desaprovechadas o por el director o por los intérpretes (teniendo en cuenta que la participación creativa formó parte del proyecto) al no ser utilizadas transversalmente a propósito de la riqueza extraordinaria del texto, privan a la obra de una profundización analítica clara y precisa en los momentos donde reiteradas veces estas acciones se producen.

El uso de elementos gráficos puros dentro de una escenografía limpia, intencionada por el reflejo de los propios recuerdos en una pared espejada, así como la notable propuesta lumínica, construyen momentos destacados en la obra, apoyados por un ambiente sonoro que en forma algo insistente hace mención al recuerdo común apoyándose con extractos de melodías reconocibles que de alguna manera nos pertenecen ya que forman parte de nuestro universo colectivo, nos empujan a leer clara y analíticamente la propuesta corporal de los tres jóvenes intérpretes, los que con características particularmente definidas compensa y disculpa que la columna vertebral del trabajo no alcance a ahondar el tema de la Memoria como ejercicio común, privando al espectador de involucrarse en el desarrollo argumental, ya que los relatos particulares de y entre ellos son herméticos y aislados, adolecen, no se importan entre sí ni se relacionan sino hasta que el rol del movimiento, aislado también y relevante al ser tratado como elemento puro hacia el final pero escindido de la construcción teórica procesada con anterioridad por ellos mismos, los relaciona sólo como entes corporales, vaciados de una historia por ellos mismos elaborada.

Momentos culminantes, simbologías estremecedoras, estados corporales únicos en relación al texto son utilizados para descomponer la premisa de que sólo las grandes cosas permanecen, son aprovechados una y otra vez dejando una huella intencional tal vez desde el punto de vista de la dirección, donde detalles retenidos simples nos hablan de recuerdos azarosos, fugaces, juguetones, espontáneos, sin ningún orden establecido que nos llevan a presenciar de lejos, cual espectáculo, una Memoria Compartida.El Guillatún

Memoria compartida

Dirección: Lorena Hurtado
Intérpretes: Leslie Apablaza, Pedro González, Pablo Zamorano
Composición musical: Eleonora Coloma
Diseño de Iluminación: Luis Reinoso
Vestuario: Alexandra Mabes

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