El Guillatún

Festival Internacional de Danza Contemporánea, Escena1. Un festival que crece y suma

Actos de amor perdidos

Actos de amor perdidos.

Entre el 14 y el 24 de julio pasado se realizó la segunda versión del festival Escena1. (Como antecedente, leer artículo anterior).

La inauguración se realizó el día jueves 14 de julio en la Sala A2 del GAM, primero con las palabras del director ejecutivo del festival Christián Ahumada, y Alejandra Wood directora del GAM, antecediendo el estreno de la obra La Consagración de la Primavera. Un Rito Vernal de la coreógrafa Nuri Gutés, interpretada por 15 jóvenes bailarines. La noche inaugural estuvo cargada de emociones y sensaciones para quienes presenciamos esta obra con la música de Stravinsky, de la que este año se cumplen 100 años de su creación.

La obra que dura alrededor de 35 minutos fue una particular apuesta de Gutés, en donde la simpleza pero a la vez fuerza del movimiento fue fiel al lenguaje que la coreógrafa viene desarrollando desde hace dos décadas. La creadora apostó por una nueva generación de jóvenes bailarines, quienes danzaron hasta morir, como dijera Pina Bausch, la coreógrafa alemana que montó su versión de esta obra en los 80. Completaron de manera magistral esta propuesta el diseño de iluminación de Luis Reinoso y el diseño de vestuario de Juana Díaz, dos profesionales con amplia trayectoria en su campo.

Cuatro fueron las presentaciones de esta obra que repletaron la capacidad de la sala, lo que da cuenta de la buena recepción del público en este caso diverso, más allá de los ámbitos de los propios bailarines y coreógrafos que siempre asistimos a este tipo de manifestación artística, la llamada danza contemporánea.

En términos específicos puedo decir que es una verdadera fiesta, un rito, cada vez que se estrena una obra de danza en nuestro medio. Encontrarnos y asistir a un nacimiento, un acontecimiento, más allá del gusto o disgusto que pueda provocarnos una obra, celebramos al creador y sus intérpretes, así como al equipo técnico que es parte de instalar en el mundo, una nueva creación. Y celebramos por sobre todo la danza y el sentir que ésta nos provoca y mueve. Es sin duda impagable ese momento en que la danza se manifiesta y llega a través de nuestros sentidos a nuestro cuerpo, compartiendo una experiencia que sucede en un aquí y ahora, y que nuestra subjetividad interpreta y completa.

Así comenzaron estos 10 días de fiesta que implicaron también un trabajo arduo, apasionado, profesional y comprometido por parte de todas las personas que participamos de esta segunda versión, en donde los espectadores eran nuestros invitados especiales y fueron parte de esta celebración.

Tuvimos el privilegio de que cada una de las salas programadas en los 3 espacios —Gam, M100 y Museo de la Memoria— tuvieron asistencia total, lo que implica un significativo crecimiento en cuanto a audiencias en relación a nuestro primer festival realizado el 2011.

INVITADOS INTERNACIONALES

Este año sumamos 2 países en relación a la versión anterior, presentándose además de las obras chilenas, obras de Perú, Uruguay y nuevamente de Argentina y Brasil.

Cada propuesta fue una interesante y provocadora experiencia artística, en donde la reflexión sobre la propia disciplina y temáticas nos abrieron al infinito mundo de posibilidades escénicas a las que podemos asistir, y que nos hablan desde las particularidades de cada creador y sus intérpretes. En síntesis, a la diversidad de percepción del mundo, el que constantemente está en un proceso, en un constructo, que también como espectadores nos invita a imaginar y a la posibilidad de generar otros mundos posibles, tan necesarios en el sistema actual que nos toca vivir.

Junto con la puesta en obra, tanto los directores chilenos como extranjeros nos aproximaron a través de sus clases magistrales a sus metodologías de trabajo creativo, abriendo y compartiendo generosamente a quienes asistieron a estas clases —que eran gratuitas previa inscripción— sus experiencias que enriquecieron las miradas y posibilidades y modos de hacer de los jóvenes bailarines y creadores que están comenzando en este bello campo artístico.

Un ejemplo que podemos mencionar fue el trabajo de la directora uruguaya Tamara Cubas, que en su obra Actos de Amor Perdidos reflexiona respecto de la memoria tanto personal y contextual de su territorio en el contexto de la dictadura militar uruguaya. Sumó a tres bailarines chilenos a la escena y además de ella, algunos integrantes de su propia familia, y a los técnicos de la sala donde presentó su espectáculo, el GAM, integrando así experiencias y colaboraciones en la misma puesta en escena entre los intérpretes y con el público.

Por otra parte, Hot 100 del bailarín y director brasilero Cristián Duarte, espectáculo que se presentó en la sala Patricio Bunster de Matucana 100, compartió con el público asistente un solo en el que da cuenta de su formación como intérprete, haciendo guiños a hitos importantes de la historia de la danza clásica, moderna y contemporánea, así como también a expresiones más populares que han influido y se han inscrito en su cuerpo. Un solo de 50 minutos que sostuvo de manera impecable haciendo resonar a los bailarines y creadores asistentes sus propias influencias, y al público general disfrutar de un trabajo cargado de cambios dinámicos corporales, texturas, silencios y un ritmo que no daba espacio para perderse.

Deadline, de los directores uruguayos Valentina Díaz Lamoglie y Juan Miguel Ibarlucea, con una propuesta que incluye músicos tanto fuera como dentro de la escena, nos invitaba a apreciar lo que llamamos democracia de la danza. Por decirlo de alguna manera, pues los músicos desde su corporalidad cuando se vinculaban con los intérpretes en la escena (un dúo), construían una manera de situar el cuerpo desprovisto de virtuosismo, pero cargado de la capacidad de convivir en el tiempo y espacio, siempre atentos y escuchándose unos a otros, construyendo en conjunto la obra.


Deadline. Foto: Andrés Jaña

Roto, de la directora Lucía Meléndez de Perú, combinaba en escena a través de una dramaturgia que podríamos llamar convencional por su línea de influencia más bien teatral, la danza, el teatro y el circo, demostrando a través de los intérpretes la capacidad de manejar diversas técnicas.

Maneries, del director Argentino Luis Garay —un solo interpretado por Florencia Vecino—, nos mantuvo cautivos con cada uno de sus gestos y desarrollos de éstos, entregándonos una propuesta en la que el cuerpo como tal y sus diversas posibilidades de movimiento nos llevaban por un camino que indagaba en el cuerpo como materialidad que es capaz de construir un mundo complejo desde la simpleza del gesto, realizado e interpretado magistralmente por la bailarina y con una banda sonora original y en vivo, que compartía y dialogaba coherentemente con su danza.

LAS PROPUESTAS NACIONALES

Las obras chilenas presentadas en esta versión de Escena1 gran parte de ellas fueron reposiciones que tuvieron temporadas acotadas durante el 2012 y 2013. Entre ellas, Invisible de Francisca Morand y Eduardo Osorio, Fractal de Francisca Sazié y Cristián Reyes (ambas financiadas por Fondart), y El niño y el Aviador del Colectivo Materia Prima dirigido por Natalia Sabat (obra especialmente creada para niños y coproducida entre el colectivo y GAM). Las tres obras, de muy buena factura artística, fueron de alguna manera representantes de la diversidad de estilos y propuestas que estos creadores independientes están desarrollando ya hace un tiempo. Es decir, compañías con trayectoria que a pesar de las dificultades en que la danza contemporánea se ha venido desarrollando en nuestro país, se han sostenido, así como muchas otras, realizando propuestas creativas de muy buen nivel artístico. A estas propuestas independientes se sumó el Ballet Nacional Chileno, quienes cerraron el festival con la obra Prima Del Piede Il Passo de los coreógrafos italianos Laura Martorana y Massimiliano Siccardi. Al igual que las obras extranjeras tuvieron un significativo número de público general asistente y una muy buena recepción. Sería muy extenso hablar de cada una de estas obras acá, por lo que como es muy probable que se repongan, los invito a estar atentos a la cartelera local.

MUSEO DE LA MEMORIA

El 2011 invitamos a dos creadores con trayectoria a crear una obra enmarcada en los contenidos del museo. En esa ocasión se intervinieron los espacios del museo. Gutés y Araneda, desde su particular mirada y lenguaje, instalaron sus visiones y percepciones respecto de la memoria tanto histórica como también desde el punto de vista más bien personal, en el caso de Nuri Gutés. Este año decidimos realizar una convocatoria abierta para crear una obra de no más de 15 minutos de extensión, para solos o dúos, que se presentaran en el auditorio del museo. La selección estuvo a cargo de invitados externos al festival: Luis Guenel, Director del Festival Cielos del Infinito; Josefina Greene, coreógrafa y parte de la Red Independiente de Danza; y la bailarina y coreógrafa Claudia Vicuña. De un total de 37 propuestas se seleccionaron 4 obras, las que debían ser inéditas y enmarcadas en la conmemoración de los 40 años del Golpe de Estado en Chile.

En este contexto, pudimos apreciar las propuestas Marea de Ana Carvajal, Crónica de una sonata: Nuestro fracaso, cruento, total, masivo, terrible, triste e infinito, está pletórico de vida de Karin Encina, Fumando Espero de Alexandra Mabes y Aeropuerto 362 de Katalina Mella.

Estas experiencias, que de alguna manera fueron obras en proceso, fueron abiertas al público de manera gratuita y tuvieron una muy buena recepción, tomando en cuenta la temática de la convocatoria. Esto permitió seguir indagando en la perspectiva de la memoria en el contexto de la historia reciente de nuestro país, y junto con eso, conocer las perspectivas de las nuevas generaciones respecto de un tema que puede ser abordado desde diversas perspectivas y que esperamos se sigan abriendo a reflexiones que generen mayores desplazamientos en el futuro.

Importante fue este año para Escena1 la innovación de la danza en el espacio público, a través de la colaboración y participación del elenco estable de danza de Balmaceda Arte Joven dirigido por la joven coreógrafa Carolina Bigorra, quienes se presentaron en la Plaza Central del GAM utilizando el espacio y sus condiciones para compartir su propuesta con el público que transita y que sorpresivamente se encuentra con estos cuerpos danzantes.

CLASES MAGISTRALES

Cada uno de los directores que participaron en Escena1 como coreógrafos, realizaron una clase magistral abierta, previa inscripción, a niños, estudiantes de danza, bailarines, actores, artistas circences o de otras disciplinas, según la metodología o interés de quienes impartían las clases.

La llamada Clase Magistral en términos generales podría definirse como un espacio de encuentro donde los creadores comparten con quienes asisten a su clase en un periodo acotado de tiempo —generalmente no más de 2 horas cronológicas— sus metodologías de trabajo, que generalmente dan cuenta de los procesos creativos de sus obras.

Asistí a todas y cada una de estas clases y puedo decir que es un espacio que se da en un marco de respeto y reciprocidad, pues es una instancia de aprendizaje tanto para el que imparte la clase como para quien la recibe, resignificando mutuamente los materiales y las propuestas o ejercicios enseñados y compartidos. Sumergirse en el mundo creativo del otro, en la propuesta corporal del otro, en el cuerpo y sensibilidad del otro, su manera de manejar el tiempo, la energía, el espacio, o la manera de abordar los procesos creativos, sus modos de hacer, sus materialidades, es una experiencia y momento de aprendizaje único que sin duda transforma. Es una posibilidad de compartir con una manera distinta de percibir, crear y ver el mundo. Es un encuentro de subjetividades válidas que permiten una comunicación enriquecedora.

Podría hablar de cada una de ellas, pero no da el tiempo y espacio por ahora. Pero sí quiero destacar esa intimidad, respeto y colaboración que se generó en cada una de las clases magistrales. Destaco que por primera vez se realizó una clase especialmente para niños entre 6 y 10 años, impartida por el Colectivo Materia Prima. Los niños y niñas acompañados por sus padres pudieron compartir con los mismos bailarines y actores que vieron anteriormente en escena, entregándose al juego y a la relación sensible con sus cuerpos en el mismo espacio donde antes, vieron un espectáculo.

Otro ejemplo fue la metodología de creación compartida por Tamara Cubas, quien además de ser bailarina y coreógrafa es artista visual, e indagó por muchos años en el video danza. Su trabajo es bastante interesante desde la perspectiva en que ella juega con ciertas materialidades que le son sugerentes o interesantes en el proceso de creación, y recalca que según lo que esos materiales entregan en sus propias relaciones ella define el formato, que no siempre puede ser una coreografía necesariamente, dejando abierta para ella la posibilidad de moverse en diversos lugares del quehacer artístico, realizando un claro desplazamiento de fronteras disciplinares. Su obra daba bastante cuenta de esto.

También la conversación con Francisca Sazié y Cristián Reyes fue interesante desde la perspectiva de conocer su trabajo como dúo que viene investigando hace un tiempo entre danza e imagen o nuevas tecnologías. Ella coreógrafa y él diseñador teatral, de manera colaborativa trabajan para realizar sus puestas en escena en donde, entre otras cosas, el espacio limita y genera el marco para que la coreógrafa, en este caso Francisca, indague y trabaje una propuesta creativa a través del cuerpo y las posibilidades que tiene en relación con las imágenes propuestas por Cristián.


Danzas urbanas en Matucana 100. Foto: Andrés Jaña

Las clases masivas de danzas urbanas en la explanada de Matucana 100 fue un nuevo espacio en el festival. Dos días con alrededor de 300 participantes en total. Un espacio abierto para todos quienes quisieran danzar. Esta fue una iniciativa del CNCA Región Metropolitana que se sumó y colaboró ampliando el registro de estilos de danza que comúnmente se da en festivales de estas características. Y la clase del BANCH en el Hall del Edificio A del Gam, impartida por el bailarín y coreógrafo Joel Insunza, quien compartió una clase con bailarines independientes y de esta compañía. Una clase totalmente pública.

Sin duda estas clases encuentros son fundamentales al interior de los festivales de danza. Es un momento de compartir e intercambiar conocimiento disciplinar, interdisciplinar y transdisciplinar, generándonos aperturas y preguntas, problemas y cuestionamiento para quienes estamos en la práctica de la danza como arte, ya sea desde la docencia, la creación, la interpretación y la gestión; y también un espacio para las personas que se encantan con el movimiento lo disfruten, ya que muy pocas veces tienen la posibilidad de practicarlo o de verlo.

Otro momento importante y nuevo en este festival fue el encuentro entre coreógrafos y programadores. Nos acompañaron dos programadores de festivales internacionales: Santiago Turenne del FIDCU de Montevideo y Tino Fernández del Festival Impulsos de Bogotá. Gracias a la Red Cultura estuvieron presentes los directores de centros culturales regionales como Alto Hospicio, Punta Arenas y San Antonio. Los coreógrafos invitados expusieron ante los programadores sus obras y propuestas, en un encuentro que permitió generar contactos para que nuestros creadores locales pudiesen vincularse con espacios culturales y festivales. Lo anterior, con la intención de aportar a la posibilidad de circulación a nivel nacional e internacional. El encuentro fue muy interesante y en un ambiente muy grato, el que estuvo a cargo del director ejecutivo del festival, Christian Ahumada. Entre otras, se presentaron las propuestas coreográficas de Paulina Mellado, El Colectivo de Arte La Vitrina, Isabel Croxatto, Nuri Gutés, La Generación del Ayer, Ana Carvajal, Bárbara Pinto, Elías Cohen, Javiera Peon Veiga y José Luis Vidal.

Para terminar, quiero referirme al trabajo profesional y destacado de quienes son parte fundamental de la producción de este festival. Entre ellos al equipo de trabajo de Gestus, las voluntarias y voluntarios que estuvieron a cargo de las compañías y los diversos espacios en que se realizó el festival. A los equipos técnicos de GAM, M100 y Museo de la Memoria. A la empresa Oxiluz y su equipo técnico. A los periodistas, escenógrafos, productores, asistentes, vestuaristas, realizadores audiovisuales y diseñadores gráficos. A Francisca Las Heras, Coordinadora del Area de Danza del CNCA, que gestionó la presencia de la obra argentina Maneries de Luis Garay. A Claudia Abarzúa de CNCA Región Metropolitana, que convocó las clases de danzas urbanas. A Luis Reinoso, que diseñó la iluminación de La Consagración de la Primavera. Un Rito Vernal. A Andrés Jaña, fotógrafo que cubrió con pasión nuestro festival y cuyas imágenes grafican este artículo. Y por supuesto a los coreógrafos, coreógrafas, bailarines, bailarinas. Todos ellos y ellas hicieron posible esta fiesta de la danza contemporánea en el invierno de 2013.

El festival Escena1, pretende seguir creciendo y mejorando para continuar aportando al desarrollo, visibilidad y crecimiento artístico de la danza contemporánea en nuestro país y también de nuestros vecinos. Consolidarse como una plataforma que genere espacios para las nuevas generaciones y aquellos con trayectoria. Y también aportar a la percepción y sensibilidad de nuestro público que como demostró esta versión 2013, va creciendo junto a nosotros y al trabajo que se ha venido realizando en conjunto entre creadores y espacios independientes e institucionales.

Nos encontramos el 2015. ¡Hasta pronto!El Guillatún

Exit mobile version