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Danza Sur – Escena Contemporánea: El primer documental que retrata la danza contemporánea de Sudamérica

Danza Sur

Creado por Tamara González y David González, el film consigue mostrar de manera comparada las cercanías y lejanías de la disciplina en la región, lo que representa un valor documental enorme.

Nuestros países no solamente tienen fronteras y aduanas, también hay separaciones desde la cultura, pese a todo lo que hemos vivido en común. Sin embargo, cada vez es más fácil viajar. Si antes con suerte uno podía aspirar a ir a Mendoza hoy cualquier joven puede timbrar muchas más veces su pasaporte.

Esto es lo que justamente hicieron Tamara González Marchant y David González Cifuentes el 2013. Tamara es bailarina, coreógrafa y docente y David es diseñador y audiovisualista, y un día decidieron viajar por siete países con una cámara al hombro para grabar la escena de la danza contemporánea de los lugares que visitarían: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador, Paraguay, Perú y Uruguay.

Tamara y David, realizaron más de 130 entrevistas en un plazo de 12 meses. El resultado es un fabuloso registro de la reflexión de los creadores latinoamericanos sobre las implicancias artísticas de las realidades políticas y culturales en cada país investigado.

Aparecen Argentina, Brasil y Uruguay con un discurso mucho más elaborado de lo que se observa en esos contextos. Son capaces de criticarse: «Es muy difícil, desde Argentina, pensarse latinoamericanizados. Es un país un poco racista, con una población donde hubo un genocidio muy fuerte a finales del siglo XIX, donde hubo una implantación europea, con lo cual la Argentina, tiene cierta imaginación de que es un país europeo. Entonces pensarse en relación a los contextos de otros países latinoamericanos siempre ha sido muy problemático», dice Silvio Lang de Buenos Aires, Argentina.

Desde Brasil, Salvador de Bahía, Eduardo Oliveira dice que «la danza contemporánea es eso que dices y haces lo contrario». Por su parte, su compatriota Joao Saldanha piensa que «porque somos latinoamericanos estamos condicionados y condenados a convivir con dos cosas que son terribles: Una, la pobreza, pero no solo la pobreza de dinero, si no la pobreza de espíritu, la pobreza intelectual y la segunda, que es una pobreza mayor todavía, nosotros estamos condenados al colonialismo. O sea, actualmente en Brasil ocurre una cosa bastante interesante. Abrimos un mercado de trabajo para artistas extranjeros. Ellos vienen para acá, circulan en los mismos festivales, pero determinan, dictan normas, reglas y estéticas de aprobación de una expresión artística».

Por su parte, Tamara Cubas discute la idea, desde Montevideo: «es una condición de aldea, somos descendientes de europeos, me parece que es natural que suceda».

Estas citas dan cuenta de un espíritu crítico de esta parte del continente, que contrasta con la otra mitad, donde el tema es, lamentablemente, la precariedad.

«Yo considero que en Bolivia no hay danza contemporánea, real. Creo que son sueños de todos los que dicen hacer danza contemporánea. No hay, no he visto ninguna investigación seria», dice Melo Tomsich de Cochabamba, Bolivia.

«No tenemos una historia de danza contemporánea, es muy joven», dice en la misma línea Michel Tarazona, de Lima, Perú.

«La danza aparece como un hecho escénico a principios del siglo XX, cuando se abre el Teatro Sucre en Quito. Eso hace que el proceso de la danza en Ecuador tenga un retraso en comparación con los países desarrollados —incluso con algunos países de América Latina como Argentina, Chile y México— de 40 años», se lamenta Ernesto Ortiz, de Cuenca, Ecuador.

«En un contexto como éste, que es muy hostil, porque tenemos en nuestras relaciones todavía una fuerte influencia colonial de menosprecio de nosotros mismos. Entonces es difícil salir de estos procesos de autodesgarramiento, autodestrucción no como individuos, sino como colectivo», dice Valeria Andrade, de Quito, Ecuador.

Chile está, por su parte, en un limbo. Aún sin poderse mirar tan francamente como los vecinos de la cuenca atlántica, pero sin los niveles de precariedad de los vecinos andinos. Al menos el país cuenta con condiciones favorables respecto a un flujo de actividades relativamente frecuente y, por último, sí existen fondos. Aunque criticados en el documental, han permitido que los creadores centren su atención en la creación y no tengan que hacer tantos malabares para poder sortear mil actividades además de las de creación.

El documental tiene cuidado en la fotografía y música. Muchas veces muestra a los creadores en locaciones verdes y fértiles, a gente bailando en las calles, niños disfrutando de la danza. Imágenes que debieran estimular una metáfora para hacer más caso a nuestros orígenes y permitir que Sudamérica deje de estar subordinada a las categorías europeas. Estamos, simplemente, al sur, con su fuerza y potencial.

De esta manera nace este documental, que es también un viaje por artistas y contextos. Sin embargo, la estructura es por temáticas, siendo la primera parte fundamental, pues es donde se tranversalizan temas como el colonialismo, la vivencia en dictaduras y las condiciones en que se hace danza.

El único alcance que puedo hacer, es que la cantidad de material rebasa la capacidad limitada de tiempo de un documental. Por eso, tal vez, habría sido positivo no ceder a la tentación de contarlo todo. Así los temas y conceptos trabajados habrían tenido mayor precisión, profundidad y mejor conexión entre ellos.

LA COCINA DEL DOCUMENTAL

Durante el tiempo de realización, los creadores acudieron a la autogestión y el trueque, a través de contactos de amigos y de la Red Sudamericana de Danza. Solicitaron dinero a través de la plataforma IDEAME (donde solo consiguieron el 10% del total solicitado), fueron apoyados por distintas entidades donde destacan: Martadero en Cochabamba y las compañías Vidanza en Bolivia y Primero Ato en Brasil. Además se vincularon con Andrés Testagrossa en el proyecto Hospeda Cultura del que actualmente son parte.

Favorablemente el 2014 obtuvieron el Fondart para la edición del material y la realización de muestras públicas del trabajo. Ya se presentaron exitosamente con cuatro exhibiciones abiertas en el GAM y una especial para estudiantes previamente convocados. Además se realizó una exposición de fotos del proceso de trabajo, luego realizaron proyecciones gratuitas en el Colectivo Arte la Vitrina. Así que tome nota porque las próximas exhibiciones son:

Además en septiembre proyectan asistir a dos Festivales de Bolivia (en la Paz y Cochabamba), además de una muestra en Martadero.

El proyecto de Tamara y David tuvo que alistar en sus filas a nuevos investigadores y creadores que asistieron en la ardua tarea de editar, seleccionar y dar un sentido al material recabado. Entre ellos destacan Francisco Bagnara e Ignacio Vargas en edición audiovisual, Constanza Cordovez y Adeline Maxwell en la edición de contenidos, y Francisco Campos en la musicalización, quienes ahora también están involucrados en los subproductos de este viaje, aún en construcción: la página web www.danzasur.org donde se podrá acceder a cada entrevista realizada, y un libro con el material de las entrevistas que será distribuido en bibliotecas, centros culturales y universidades nacionales y extranjeras.

La idea de este proyecto es seguir actualizándose. Es por ello que prontamente lanzarán una convocatoria de auto-entrevistas de manera de sumar nuevos artistas a su investigación.El Guillatún

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