El Guillatún

Desempolvando una Vieja Experiencia

El Ciclo de Cine Mudo con Música en Vivo, el cual es organizado por el Goethe-Institut y que se desarrolla actualmente en el Café Literario Parque Balmaceda, es uno de los proyectos artísticos más atractivos que suceden cada año en Santiago. Rescatar ideas antiguas y darles un nuevo giro es una estrategia que a veces da excelentes frutos, y este ciclo es prueba de ello. Cada sábado de agosto uno o más músicos escogidos por el curador del evento, el pianista, compositor e improvisador británico y académico de la Universidad de Chile Martin Joseph, improvisan sobre una película de cine mudo dándole vida una vez más. El pasado 16 de agosto fue el turno de la pianista y compositora Carolina Holzapfel, quien tuvo a cargo la tarea de musicalizar las películas para niños Dr. Dolittle y sus Animales y La Búsqueda de la Felicidad de Lotte Reiniger.

Dr. Dolittle y sus Animales narra la historia de un doctor que habla el idioma de los animales, y a quien le llega un inesperado mensaje desde África. Los monos están sufriendo una epidemia, y acuden a Dolittle para que los ayude. Así, parte éste con sus animales al lejano y sobre todo exótico continente. Es en resumen una hermosa película que habla sobre la solidaridad, la amistad y la tenacidad con la cual se deben enfrentar los obstáculos en la vida. La Búsqueda de la Felicidad es, por su parte, un poco más literal. Muestra a un hombre empeñado en alcanzar la Felicidad, personificada como una bailarina de ballet que recorre el mundo llevando consigo un ramo de flores. Ésta rechaza al hombre y huye en reiteradas ocasiones, aunque lo visita extrañamente cuando él no le presta atención. Por cierto, ambas películas son de siluetas animadas. El lector se preguntará entonces: ¿qué atractivo puede tener una película muda de dibujos y además en blanco y negro?

Una característica que tiene la improvisación, y que vale la pena rescatar del concierto Toca la Copa, es que corresponde a una experiencia única en el tiempo. Estar ante una situación como ésta impone a los espectadores el deseo de querer estar siempre en el presente, de mantener la atención en cada momento. Dicho esto, tal vez lo que es tan atractivo de esta propuesta en particular de cine mudo es la manera en que la música debe dialogar con la película. El reto para un improvisador, en especial si está solo, puede ser abrumante en esta situación. Mientras que éste puede estar acostumbrado a comunicarse con personas que proponen ideas y reaccionan a las suyas, la película sigue un curso inmutable. Sin embargo, no se puede evitar pensar que esta última se ve inevitablemente alterada por los sonidos que el improvisador le adjunta. Cuando esta relación es exitosa, la sensación es que la música deja de estar pegada o superpuesta a la película, y que más bien el sonido emana del filme en sí, convirtiéndose en una unidad.

Puede decirse que en esos términos la musicalización de Holzapfel fue un éxito, con un resultado totalmente atrapante. Destacan de su interpretación dos grandes aciertos (entre muchos otros, claro está). Primero, la liberación del prejuicio de que toda improvisación situada fuera de un estilo particular (como el jazz por ejemplo) debe ser estridente, disonante, o llena de efectos instrumentales. En lugar de esto, ella prefirió situarse en un continuo muy agradable de sonidos, sin perder con ello la intensidad que las películas pudieran requerir. Segundo, llama la atención la sensación de que de alguna manera logró transmitir lo que las imágenes de por sí no tenían: expresión facial y color. Lamentablemente no es posible describir el proceso a través del cual esto sucedió, pero el lector queda desde ya invitado a ver las últimas dos películas del ciclo para constatar fenómenos probablemente similares a éste.

Sin querer desacreditar la maravilla del cine sonoro, el Ciclo de Cine Mudo con Música en Vivo pone en duda que esta experiencia tan única de ver una película sobre la cual se crea música en el momento deba ser descartada. Como último comentario, se debe notar que el auditorio del Café Literario Parque Balmaceda se presta excelentemente para este evento. Se da en él una atmósfera bastante íntima, pues al carecer de escenario propiamente tal, músicos y espectadores comparten un mismo espacio físico generando una especie de calidez muy única. En las últimas dos fechas se presentarán La Pasión de Juana de Arco de Carl Dreyer a cargo de Nicolás Ríos en batería y el propio Martin Joseph en piano y Espías de Fritz Lang, a cargo de Alfonsina Torrealba en flauta traversa, Rodrigo Cerda en cello y Cristián Darvich en piano. Estas películas se mostrarán los días sábado 23 y 30 de agosto respectivamente a las 17 hrs. en el Café Literario Parque Balmaceda. La entrada es liberada. Para más información, se recomienda ir al sitio web del Goethe.El Guillatún

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