El Guillatún

De fusión y sinceridad

Peregrinos | Peregrinos | 2014

Peregrinos es una palabra que da nombre a muchas cosas, como bien dijo el guitarrista Raimundo Santander en el concierto de lanzamiento del disco en «Thelonius, Lugar de Jazz» el pasado sábado 10 de mayo. Es el nombre del dúo, del disco, del primer tema del mismo, de una gira por Chile y quizás lo más importante es que da nombre a un proyecto artístico. Pero no es un mero concepto tras el cual estos músicos se disfrazan, sino que ellos sinceramente son peregrinos. A la vez que transitan físicamente por distintos lugares en el ámbito nacional e internacional, lo hacen también por estilos musicales distintos, el jazz y el folclore chileno. El grupo está compuesto por dos músicos nacionales: el ya mencionado guitarrista Raimundo Santander y el baterista Rodrigo Recabarren. Ellos se involucran en un viaje que, como en todas las artes, no está exento de desafíos.

En su libro Historia del Jazz en Chile, Álvaro Menanteau establece una diferencia entre la «fusión» en los Estados Unidos y en nuestro país. Al hablar de «fusión criolla» él se refiere a la mezcla de nuestra tradición folclórica con otras músicas ajenas. Uno de los principales desafíos de esta mezcla es, en mi opinión, lograr convencer a un público que puede identificarse con una de ambas tradiciones a un punto tal que puede sentir que el resultado de la fusión es una distorsión de aquella música que ama. A veces esta distorsión es real, en especial cuando lo que se busca es el exotismo efectista, pero cuando la música se hace con convicción el resultado se agradece. Una vez más nos remitimos a la palabra «peregrinos», la cual tiene una connotación espiritual. Es quizás esa actitud de profundo respeto hacia la música la que permite que el dúo sortee este obstáculo con gracia. Temas del disco como Niño Luchín de Víctor Jara son interpretados en vivo con una intensidad casi ritual, y Mapu obliga a los auditores a dejar de lado sus copas para adentrarse en una especie de trance.

La sinceridad con que el dúo se presenta es probablemente la que los protege del temor a usar diversos recursos técnicos. Ya desde antes de empezar a tocar, el público podrá apreciar el rack de pedales que Santander tiene a su disposición. Destaca dentro de ellos el que le permite hacer loops (o bucles), herramienta que siempre exige disciplina por parte de los ejecutantes pues es un elemento que al quedar predeterminado no permite reciprocidad ni mucha flexibilidad mientras esté funcionando. Otro elemento técnico interesante es el uso de cifras de compás no tan habituales, como en Parsimonia de Recabarren o el arreglo que Santander hizo de Sube a Nacer Conmigo Hermano. Por su osadía, destaca también el arreglo Huellas en el Cielo. Dentro de las piezas tocadas a dúo, el álbum contiene por un lado temas originales inspirados en las dos tradiciones ya referidas y por el otro arreglos de temas del cancionero chileno. Lo que hace especial a Huellas en el Cielo es que mezcla no sólo dos estilos, sino que dos repertorios. Así, están presentes en esta pieza Footprints de Wayne Shorter y Maldigo del Alto Cielo de Violeta Parra, estando unidas principalmente por un ritmo que está inspirado en el folclore chileno. No obstante lo anterior, el «sabor» del jazz norteamericano sigue estando presente.

El otro desafío al que me quiero referir es al de encontrar espacio para mostrarse como artista en Chile. Para superar este problema, estos peregrinos gozan de la ayuda que se les presta en distintos ámbitos. El dúo trajo consigo al estadounidense Joshua Kwassman, quien aportó al disco con el bello timbre de su saxofón alto en una composición de su propia autoría: For Our Last Day. En vivo se sumó a otros temas, siendo notable su aparición en Mapu, la cual por lo demás hizo desde fuera del escenario. Los músicos también agradecieron al sello chileno «Discos Pendiente» el cual se alza como una ayuda a los jazzistas en un ambiente donde la cooperación no siempre es lo que reina. Este disco vendría siendo ya la vigésimo séptima publicación del sello (descontando las antologías de los años 2011 y 2012). Por supuesto, no podía faltar la cooperación del club «Thelonius, Lugar de Jazz», que en más de diez años de funcionamiento se ha convertido en espacio obligado para los amantes de este estilo.

Vale la pena destacar además la presentación visual que Sol Díaz creó para este proyecto, ya que verdaderamente invita al auditor a acercarse a esta propuesta musical. Respecto al concierto llaman la atención dos lienzos con unos peregrinos dispuestos de forma vertical, los cuales nos recuerdan la colaboración de Díaz en el trabajo previo de Santander llamado «La Orquesta del Viento». En las presentaciones de aquella agrupación ella improvisaba imágenes proyectadas en una pantalla de manera simultánea a la ejecución musical.

Finalmente podemos decir que Peregrinos es un concepto que engloba muchos aspectos de este proyecto. De todos ellos el principal es su música, la cual seguro será del agrado de aquellas personas que buscan una propuesta de fusión criolla o de jazz chileno fresca y sobre todo, como ya se ha dicho, sincera. Ya que nada puede hablar de la música mejor que esta misma, invito al lector a revisar la página web del dúo: peregrinos.co. Ahí se encuentran algunas pistas del álbum y diversos materiales audiovisuales de la agrupación.El Guillatún

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