El Guillatún

El amor en tiempos de Facebook

Delirio (Rausch, 2012) es una de las últimas piezas del dramaturgo alemán Falk Richter. Conocido en Chile principalmente por la versión que realizó la compañía La Puerta de su obra Electronic City hace una década, su nombre constantemente ronda por los principales festivales europeos como uno de los mayores referentes del teatro post-dramático.

Es la directora Heidrun Breier, quien lo trae a escena en una sala del Goethe, que no es precisamente una sala creada para el teatro, pero cuyos pilares y ventanales que la separan de una terraza, parecen un espacio perfecto para poner en escena un texto fracturado, reiterativo y delirante, sobre las nuevas formas del amor en la sociedad de consumo y las nuevas tecnologías.

Frente al público hay un piano y nada más. Néstor Cantillana y Macarena Teke, son una pareja, dos jóvenes profesionales que hablan tras los ventanales desde micrófonos con atril. Las súplicas de amor de él no tienen respuesta, se está volviendo loco porque ella se preocupa más de su desempeño en redes sociales que del sexo, y le teme a la soledad. Ella más adelante le dirá que quiere un hijo, aunque no sabe exactamente para qué.

Dentro de la sala un tercer personaje yace sentado en medio de ellos. Se trata de un terapeuta, pero engloba los conceptos del coaching y otras disciplinas levantadas por el mercado de la superación personal. El tipo es interpretado por el actor Eduardo Herrera, quien sin ninguna delicadeza y con mucha gracia, deja ver su interés monetario en extender sus terapias de pareja.

La pareja transita entre el adentro y el afuera constantemente, como el texto lo hace entre divertidas divagaciones entre el amor y la soledad, y el nuevo impulso del liberalismo europeo liderado por Angela Merkel, «la administración de nuestros mejores recursos» por parte de Mark Zuckerberg y las nuevas imposiciones sociales que conlleva pensar las relaciones amorosas como empresas. «Para tener un hijo mejor me busco una mujer más joven», le contestará él en su momento.

La comedia, que a ratos se presenta con coreografías y juegos, tiene un quiebre cercano al final. Los miedos, particularmente a la soledad, son confrontados a los proyectos colectivos actuales, con igual ironía. La toma universitaria sería una excusa para conocer gente, experimentar y dejar de estar solos, no para establecer los cimientos del nuevo hombre. Pero ese patetismo no es para contárselo a sus amigos de Facebook, Richter lo reserva a sus madres con cartas de papel.

Los actores, enfundados en sus polerones con capucha, consignas y papeles, cubren el escenario con un delirio exacerbado por Der Hölle Rache, una de las arias más famosas de Mozart y bajo el cual permanece a salvo la soledad, el individualismo y las apariencias que alimentan a diario en las redes sociales, las que prometen mantener a las personas unidas a condición de que no lo estén. La última ilusión de la sociedad de consumo.El Guillatún

DELIRIO
Autor: Falk Richter /
Dirección: Heidrun Maria Breier /
Elenco: Macarena Teke, Eduardo Herrera y Néstor Cantillana /
Cantante: Cristián Moya /
Asesoría Músical: Pablo Aranda /
Diseño Gráfico: Javier Pañella /
Técnicos: Sergio Catalán y Esteban Fuenzalida.
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