El Guillatún

Compañía de Valparaíso presenta «De Rokha», gran actuación de Arnaldo Berríos

Arnaldo Berríos y Catalina Saavedra en «De Rokha»

Arnaldo Berríos y Catalina Saavedra en «De Rokha». Foto: Nelson Campos

De Rokha forma parte de una trilogía escrita por Cristián Figueroa, dramaturgo, actor, actual director de la Escuela de Teatro de la Universidad de Valparaíso. Su protagonista es Arnaldo Berríos, actor de gran trayectoria en teatro y cine, y que se inició en el grupo ATEVA, la compañía de mayor trayectoria teatral en el puerto. De Rokha se estrenó en noviembre, en una de las salas del Parque Cultural de Valparaíso, magnífico edificio ubicado en la antigua cárcel y hoy ejemplo de arquitectura moderna diseñada para espacios de arte. Luego estuvo las dos primeras semanas de abril en el Espacio Bunster de Matucana 100. Las otras obras de la trilogía son Violeta y Recabarren, las tres ya estrenadas en Valparaíso y que ahora tienen temporada en Matucana 100.

De Rokha expresa la fuerza de toro salvaje, el dolor del macho anciano golpeado por la muerte de su esposa Winett, por el suicidio de un hijo y por la injusticia social. Pablo de Rokha, que antes se llamó Carlos Díaz Loyola, no acepta la blandura ni los acomodos de otros poetas. Es duro hasta con los representantes de su Partido Comunista, al que siempre tuvo gran lealtad, pero del que nunca aceptó cargos porque quiso mantener una completa independencia. En De Rohka Cristián Figueroa capta los elementos centrales de la personalidad y de la vida del poeta. Los parlamentos mantienen la altura y la fuerza de la palabra del poeta.

Como su nombre lo indica, De Rohka es una obra de personaje. Arnaldo Berríos, si bien no pretende caracterizarse como Pablo De Rokha, tiene en sí mismo un aspecto de dureza que coincide con los rasgos centrales de la personalidad del poeta. Como maestro de actuación, se ha adentrado en la obra poética y en la historia de su personaje. Su interpretación de ese ser golpeado por dolores personales y en profunda solidaridad con el pueblo que sufre injusticias, se convierte en uno de los valores principales de esta puesta en escena.

Winett de Rokha, interpretada por Catalina Saavedra, es un personaje complejo. Su presencia se da en distintas etapas. Al comienzo de la obra, el poeta está solo, siente que todo lo ha perdido, no le queda nada. Sentado en lo que fuera la gran mesa de su familia, mira el pan que va a comer, lo ve duro, seco, y da un gran grito «Basta». Winett ya no está, un hijo se suicidó, ya no quiere nada más. Luego, con un retroceso en el tiempo, los vemos cuando se inicia su relación, y allí ella, más joven que él, le tiene gran respeto y admiración. En otra etapa ya han tenido varios hijos, disfrutan del cariño; con dulzura él le acaricia la cabeza. Hacia el final, Winett está enferma y próxima a morir. Todas son escenas breves en las que sólo se alcanza a construir tenuemente la dulzura que Winett trajo a la vida de Pablo.

Otros tres actores tienen a su cargo diferentes papeles. Permanecen casi todo el tiempo un poco distantes, en los distintos planos que proporciona la escenografía. La primera vez golpean a la puerta para entrar, pero De Rokha no les abre, «si quieren entrar, echen abajo la puerta». Ellos lo vienen a buscar para llevarlo a ver su hijo, poco antes de su entierro. Es un nuevo dolor, que sin embargo no lo hace transigir, por el contrario, lo confirma en su soledad. Luego los dos hombres pasan a ser intelectuales que hablan sobre poesía y establecen juicios arbitrarios. Después son los representantes del Partido Comunista que le vienen a ofrecer un cargo en reconocimiento de su gran valor e importancia, pero él los rechaza. En otra escena son los grandes poetas, Neruda, Huidobro, Gabriela Mistral duramente criticados por De Rokha. Finalmente uno de ellos es uno de sus hijos con el que tiene un diálogo de cariño y comprensión. Aparecen en forma intermitente y no alcanzan a componer distintos caracteres, pero habría sido bueno que intentaran diferenciarlos mejor. El autor, Cristián Figueroa toma algunos de esos papeles y se advierte una clara superioridad en su actuación. Antonella Marín da un tono agresivo a sus personajes, aún en su primera aparición, cuando viene a buscar al poeta para llevarlo al lugar donde está su hijo recién muerto. En Sebastián Ayala se advierte un parecido tono irónico en las muy distintas situaciones y personajes que interpreta.

La trilogía obtuvo un Fondart de excelencia por lo que ha podido contar con actores y directores de importante trayectoria. Los textos de Cristián Figueroa presentan a dos artistas y a un dirigente social que se han distinguido en nuestra historia, Pablo de Rokha, Violeta Parra y Luis Emilio Recabarren. Es una oportunidad de ver buen teatro de Valparaíso, y en De Rokha, una excepcional actuación de Arnaldo Berríos. Por su calidad la obra deberá continuar presentándose en diferentes circuitos teatrales.El Guillatún

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