El Guillatún

La gran despedida de Hoffman

El hombre más buscado

Philip Seymour Hoffman en «El hombre más buscado».

Günther Bachmann (Philip Seymour Hoffman) lidera un grupo de inteligencia antiterrorista que opera en la ciudad de Hamburgo. Además de las dificultades propias del trabajo de espía, Bachmann debe lidiar con las presiones gubernamentales alemanas, con el sistema de inteligencia local, también —era que no—, con Estados Unidos y todos esos egos y rivalidades mezcladas.

Pero Günther Bachmann no está en Hamburgo por decisión propia, sino que es designado a la zona por errores en un trabajo pasado y en esta nueva ciudad no hay posibilidad para el fracaso. En ese contexto aparece en el radar de su equipo un sospechoso joven ruso-checheno Issa Karpov (Grigoriy Dobrygin), quien ingresa al país de forma clandestina después de haber sido torturado en Rusia. Éste termina refugiándose en la casa de una mujer islámica y su hijo boxeador, los que le consiguen una abogada, Annabel Richter (Rachel McAdams), para que lo asista. De ahí en adelante el trabajo del equipo de Bachmann es usar a Karpov para atrapar a peces más gordos y seguir así en esa metafórica escala alimenticia. Y en el proceso ingresan personajes como el banquero Tommy Brue (Willem Dafoe) y el honorable líder islamista Abdullah (Homayoun Ershadi).

El hombre más buscado, del director Anton Corbijn y basada en la novela de John Le Carré, es un lujo. El despliegue de buenas actuaciones principales (Hoffman, Dobrygin) y secundarias (Dafoe, Ershadi, Mehdi Dehbi, Robin Wright, Nina Hoss y Daniel Brühl) inundan la pantalla y permiten que un excelente guión —que no opera en función de entregar toda la información de forma lineal, sino que se puede dar cerca de una hora de tiempo para mostar la identidad del informante más importante de Bachmann— no se pierda en actuaciones rimbombantes, con abuso de griterío y frases para el bronce, sino que aquí se aprovecha el tiempo y además de mostrar la acción propia de una investigación, se sumerge en la soledad de los personajes, en los tiempos muertos, en los vasos de alcohol tomados en la soledad de la oficina y en los innumerables cigarros fumados en cualquier parte, en las caras de decepción, de cansancio, de trabajo rutinario. Y es ahí, en esos instantes en que muchas veces no hay diálogo, ni música, ni un decorado que llame la atención, cuando la actuación juega sola, es el momento en que emerge la calidad del actor para transmitir por sí solo, sin ninguna ayuda, y se logra en varias escenas y con distintos actores.

La dirección de Corbijn (Control), que viene del mundo de los videos musicales, permite que los actores brillen, les da tiempo para actuar y no los apura para que llenen de diálogos o de acción la pantalla. La cámara está bien puesta, privilegiando los planos cerrados, dejando a Hamburgo muchas veces fuera de plano, colándose a veces, pero con el valor que muchas veces la cámara en mano tiene movimientos pequeños y constantes, que en los primeros planos parecen la respiración del personaje frente a un momento de tensión. Además, en algunas secuencias Corbijn narra con la cámara, un gusto ver la sutileza en los movimientos de ésta en la escena que Annabel y Karpov se mueven por un departamento en mantención separado por pliegos de nylon, escondiéndose y conectándose, en un juego de roles y de confianza.

La fotografía, a cargo de Benoit Delhomme, es oscura y ese gris que predomina en los exteriores de la película no podía ser una mejor elección para retratar el deteriorado puerto de Hamburgo y sus rincones sucios. Pero también funciona como el color de la desconfianza, el miedo al otro, al islam, el prejuicio, sentimientos que están presentes en el filme.

El hombre más buscado es la primera película póstuma de Philip Seymour Hoffman y es imposible sacarse eso de la cabeza mientras se está sentado en el cine. Después de su protagónico en Capote —pasando por joyas como The Savages, Antes que el diablo sepa que has muerto y The Master—, se ganó la mirada atenta de aquellos que lo vieron desfilar por cuanto papel secundario hizo en los noventas y principios de la década del 2000. Si bien aún falta que lleguen sus imágenes de la próxima cinta de la saga de Los juegos del hambre, y que se estrene God’s Pocket, El hombre más buscado tiene ese tufillo a despedida perfecta, a la forma en que nos gustaría que se fuera un grande, con una película compleja, sin vicios, con una gran actuación cúlmine y un reparto a la altura. Gracias por todo Philip Seymour Hoffman, hasta siempre.El Guillatún

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