El Guillatún

Reconstrucción, restauración, reencuentro

Nina Hoss y Ronald Zehrfeld en «Ave Fénix» (2014)

Nina Hoss y Ronald Zehrfeld en «Ave Fénix» (2014).

Un automóvil en la noche, un punto de control en algún lugar de Berlín y el rostro completamente vendado de la desfigurada cantante judía Nelly Lenz dan comienzo a Ave Fénix (2014), la última entrega del director alemán Christian Petzold. Se trata de la adaptación de una novela francesa de similar nombre, donde se nos cuenta la historia de una sobreviviente del holocausto que luego de someterse a una serie de cirugías para recuperar su antiguo rostro, regresa a su vida, enfrentándose a su pasado y a sí misma de una peculiar e inesperada manera. Estrenada el pasado jueves 12 de noviembre en El Biógrafo, es una excelente opción dentro de la cartelera de fin de año.

El relato de Ave Fénix se comprende en parte gracias a su título, es justamente la historia de quien vuelve a la vida tras haber sufrido una traumática experiencia, comenzando algo nuevo a partir de lo que quedó detrás. «Reconstrucción» llama Lene, amiga y confidente de Nelly al proceso quirúrgico en el que se encuentra, pero inmediatamente corrige su expresión y lo llama «restauración». Dicha sutileza en el lenguaje no es gratuita ni artificiosa, sino que es una temprana herramienta del guion para que el espectador comprenda que la intención de la cantante es clara, única e inequívoca: volver a ser quien fue.

Nelly como protagonista, carga con todo el peso de la historia, destrozada emocionalmente por lo vivido en un campo de concentración se ve obligada a seguir con su vida, cometido que no le entusiasma demasiado en un comienzo, sino hasta que comienza la búsqueda de quien fue su marido. En esa misión llega al cabaret Phoenix —que sirve también como título original del film—, donde finalmente lo encuentra, sin embargo, la reunión de ambos no es exactamente lo esperado.

Johnny se hace llamar Johannes y no reconoce a la mujer que tiene en frente como su esposa, lo que genera un giro potente en la trama y un punto de inflexión para quienes pudiesen pensar que Ave Fénix es una simple historia de reencuentro. En este momento, Nelly debe aceptar que no es la misma de antes, la cirugía no pudo restaurar a la perfección su antiguo rostro y no vislumbra un camino claro a seguir. Lo más interesante del tejido de la historia ocurre en este momento, cuando Johnny le ofrece una alternativa que la conectará con la persona que quiere volver a ser.

Es a partir de este momento donde comienza la real «restauración» de Nelly, comenzando por su aspecto físico, pero también desde lo más profundo. En esta búsqueda, orquestada por la necesidad de ser aprobada en los nuevos cambios, encuentra algunas de sus antiguas pertenencias, y comienza a disfrutar la compañía de Johnny. En este punto el espectador puede prever un desenlace incierto y de seguro sorprendente, marcado por la vertiginosa cadena de eventos anteriores y también, por el hecho de presenciar y conectarse con el reconocimiento de Nelly.

Para Petzold no es nuevo aventurarse en temas políticos o históricos propiamente alemanes, y tampoco es su primera colaboración con los actores Nina Hoss y Ronald Zehrfeld, que en esta oportunidad interpretan a Nelly y a Johnny. Ambos actores y en especial Hoss, dan una contundente muestra de experiencia bajo la cámara de Petzold, a ambos se les ve en todo momento confiados y seguros de la interpretación presentada.

La experiencia y puntos de vista de Bárbara (2012), Jerichow (2008) Yella (2007) y La Seguridad Interior (2000) son claros en este film, en especial en cuanto a la línea narrativa y formas de presentar el guion, sin embargo, en esta entrega lo hace desde un punto de vista nuevo, limpio y muy personal, depurando su estilo de cualquier influencia.

Sobre la técnica, resulta difícil encontrar defectos en la faena del director. Un cuidado guion, que no sufre de ansiedades narrativas y que se toma el tiempo necesario para contar lo que quiere, es un punto distintivo en Petzold, presente en la mayoría de su trabajo anterior. Por otro lado, y es lo que resulta más llamativo para el espectador son los inesperados giros narrativos y los sorpresivos desenlaces finales, muy similar a lo que ocurre en La Seguridad Interior es como culmina la historia de Ave Fénix.

Quizá el único punto que resulta conflictivo es la verosimilitud de algunos de los vuelcos de la historia, ya que en principio puede parecer difícil de creer o de representar lo que ocurre en ciertos momentos en la pantalla con una realidad existente. Si bien se trata de algunas dificultades significativas desde el punto de vista de la conexión que se pretende generar con el espectador, lo importante es la consistencia de la forma en que se configura la película, lo que permite conectarse con el fondo de lo que se cuenta.

En definitiva, lo que resulta más atractivo en Ave Fénix, más allá de la precisión técnica o del reconocimiento internacional con el que cuenta —estrenada en Sundance este año, y siendo un éxito también en las salas norteamericanas— es el hecho de ser una muy buena aproximación al cine contemporáneo alemán. Resulta una excelente alternativa para quienes quieren conocer el cine europeo, y también es una muy buena carta de presentación de la forma de hacer cine de Petzold. Se trata de un psicodrama moderno, elegante y muy fresco, con el que resulta muy difícil no establecer una conexión, ya que muchas veces la reconstrucción o restauración de quienes somos es un proceso que no puede parecernos del todo ajeno.El Guillatún

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